No digo yo, en mi ignorancia, que en las calles y en las plazas, en las reuniones familiares y de amigos no se hable de la situación política nacional, de los trajines internos del PSOE, de Cataluña y el sr. Mas, pero, entre todos esos grandes temas, de vez en cuando, el personal decide comunicar sus asuntos, sus pequeños o grandes problemas que arrastra cada día a la hora de enfrentarse con la vida, con las alegrías o las penas, con la enfermedad o el dinero.

De una de estas cuestiones quiero hablarles hoy contándoles una historia real, que ocurre en esta Región y que demuestra hasta qué punto hemos llegado en algunas cuestiones que, hace unos años, pocos, eran impensables. La Sanidad de esta Región, que se mantiene puntera en tantas especialidades, a pesar de los recortes, ha sufrido un deterioro tremendo en lo que a la atención de los ciudadanos se refiere. Las listas de espera, las dilaciones para ver a un especialista, los meses que pasan para poder acceder a una prueba, sea una resonancia magnética, o un scanner, o, como en este caso, una colonoscopia, se han convertido en algo que, no por ser habitual resulta menos sangrante. He aquí el ejemplo:

Un hombre, que vive en Murcia ciudad, va un día a su médico de familia y le habla de ciertos trastornos en su aparato digestivo. El doctor le prescribe unos medicamentos, que no tienen un efecto positivo en el paciente, por lo que, tras un mes de tratamiento, vuelve a la consulta y el médico decide mandarlo al especialista. Con su papel en la mano, el hombre va a la ventanilla de citas y se la dan para tres meses después.

Pasado este tiempo, el sujeto acude a la consulta de Digestivo. El doctor le prescribe varios análisis, y le dice que vuelva a pedir cita señalándole que debe hacerse los análisis quince días antes de la fecha de esa nueva cita para que los resultados, cuando él los vea, sean recientes. El paciente hace lo indicado: la nueva cita es para tres meses y medio después, así que cumple a rajatabla las instrucciones. Cuando vuelve a verlo el especialista con los análisis delante, decide que deben hacerle una colonoscopia, y le entrega unos impresos con las instrucciones que ha de seguir antes de la prueba. Entre ellas, hay un apartado que explica: «Si en dos meses no se le ha llamado para realizarle la exploración, debe telefonear a uno de estos tres números». Además, ha de pedir nueva cita para, tras la prueba, volver a la consulta de Digestivo. Lo hace y se la dan para casi cuatro meses después.

Pasados dos meses sin que lo avisen para la colonoscopia, llama a esos números. Lo hace durante cuatro días, a una media de diez llamadas diarias, pero nadie responde a los teléfonos. El quinto día, alguien dice «Diga», y el paciente expone su situación. La respuesta de esta persona es que, si se acerca la fecha de la cita (quedan casi dos meses para que llegue) y no se le ha hecho la colonoscopia, debe volver a llamar ¡para retrasarle la fecha!, pues no debe venir a la consulta si no se ha hecho la prueba.

Efectivamente, pasado ese tiempo, nadie lo ha llamado para su colonoscopia, así que vuelve a comenzar a telefonear a esos números. Esta vez tarda una semana de llamadas diarias en conseguir que alguien responda. Cuando lo logra, la persona que le habla le dice que le da nueva cita para el mes de abril, dentro de otros cuatro meses, y añade que espera que para esa nueva fecha ya lo hayan llamado para hacerle la prueba.

Así que hagamos una síntesis de esta historia de un ciudadano con problemas en el aparato digestivo que acude al servicio público administrado por la consejería de Sanidad de esta Región. 1 mes de tratamiento con el médico de familia, 3 meses para que lo vean en Digestivo, 3 meses y medio para que vean los análisis, 4 meses esperando la prueba que no llega, y estos nuevos 4 meses que le han dado últimamente. Total: 11 meses hasta ahora y 4 más por delante para seguir esperando. Total: 15 meses.

El hombre me contaba que a veces piensa si tendrá algo en su aparato digestivo que se esté comiendo su hígado, o su páncreas, o una parte de su colon, pero que procura no darle muchas vueltas al tema para no volverse loco. «No hay que darle vueltas. Es lo que hay», me dijo.