La celeridad con la que actúan algunos policías locales es de admirar. Siempre recuerdo cuando una señora entró a mi mercería con muchas prisas. «Por favor „me dijo„, atiéndeme rápido que he dejado el coche mal estacionado», y añadió, en voz baja, para que sólo yo la escuchara. «Como pase mi hijo, que es policía municipal, me la vuelvo a cargar: ya me ha multado dos veces, y sin derecho a reclamación. Y lo peor es la bronca que me echa€ ¡De prisa! Que estoy sobre el paso de peatones€».

Cría guardias, pensé yo.