No hay nada más estimulante que observar como la ciudad que te ha visto crecer, ha tomado una velocidad de crucero imparable. Para todos aquellos que nos encontramos fuera de nuestra patria chica, y que seguimos muy de cerca las noticias de Cartagena, el resurgir de la actividad cultural, social y participativa, anticipa lo que pueden ser unos años de verdadera catarsis ciudadana, en donde el eje de la acción política, debe y tiene que pivotar en torno a las necesidades de las personas.

Llegados a este punto, un conjunto de iniciativas institucionales, y también privadas, van de la mano confluyendo en un único objetivo, colocar a la ciudad de Cartagena y a su campo en el lugar que se merece desde el punto de vista creativo, colaborativo y cultural. Son varias las asociaciones que realizan una encomiable labor de difusión y conocimiento de nuestro patrimonio rural, artístico, industrial e inmaterial. Entre ellas se debe mencionar a la Liga Rural del Campo de Cartagena y sus actividades de rescate del patrimonio agrario y puesta en valor de la comarca; a Diego Campillo Baños y su Cartagena Entrañable con innumerables recorridos por parajes, sierras, playas, museos, una labor que demuestra su profundo cariño por la tierra. Javier Lorente con sus exposiciones fotográficas y colaboraciones periodísticas que inciden en la misma dirección: el empoderamiento de la cultura de Cartagena. Javier García del Toro con su incansable labor divulgadora, valiosísima por su rigor científico. La ilusión y la fuerza que María del Carmen Berrocal pone en todo lo que hace. Soy consciente de que me dejo en el tintero a otras muchas personas y asociaciones culturales sin ánimo de lucro que hacen una labor importantísima de fomento y promoción de nuestro patrimonio cultural, artístico, medioambiental y paisajístico. Todos ellos, son acciones ciudadanas, espontáneas, de base, nacidas por la inquietud en poner en valor sus raíces, su cultura. Que justifica el presente, pero que está en deuda con el pasado.

La reciente constitución de la Cátedra de Historia de Cartagena impulsada por los historiadores Juan Ignacio Ferrández, Luis Miguel Pérez Adán, José Sánchez Conesa y Paco Franco es una excelente noticia. Pocas ciudades que yo conozca tienen nuestra riqueza histórica, y como tal así debe ser reconocida. Estas iniciativas y otras por venir, sientan las bases del inmenso legado que podemos dejar a nuestras generaciones futuras. Mención aparte merece resaltar el éxito que han tenido las Jornadas Cartagena 'Cultura y Sociedad', auspiciadas por la concejalía de Cultura y organizadas con ilusión por Patricio Hernández Pérez. No es este el lugar de resaltar la significativa presencia de colectivos y personas que organizados en comisiones temáticas trabajarán para el diseño de un modelo cultural holístico e inclusivo, esperamos ver sus resultados en los meses venideros. Además, el Archivo Municipal también se ha sumado a la fiesta de la cultura y de la memoria histórica con la muestra, 'El Hundimiento del Sirio. Un trágico suceso en Cartagena (1906)'.

Como especialista invitado por parte de la Fundación CICOP en la Comisión Científica encargada de impulsar el Proyecto 'Cartagena, paisaje cultural de la humanidad' de la UNESCO junto con la Universidad Politécnica de Cartagena, el Ayuntamiento y la Armada debo manifestar que la ciudad tiene los suficientes valores patrimoniales, arqueológicos, paisajísticos, históricos y culturales para ser candidata a dicho reconocimiento junto con las ciudades de Cádiz, El Ferrol y La Habana. Todas ellas, con un denominador común: el valiosísimo patrimonio defensivo, amurallado y militar del siglo XVIII que las convierte en ciudades singulares a los ojos de expertos internacionales.

Debemos prestar especial atención al siglo XVIII. Cartagena se convirtió en la capital económica, demográfica y cultural del Reino de Murcia y territorios adyacentes. Es el siglo del pensamiento racional, de los descubrimientos geográficos, del avance científico, de la construcción naval, de la ilustración, de la música barroca, de la enciclopedia, de las sociedades Amigos del País, de la protoindustria. Tenemos que poner en valor ese período, un tanto olvidado por los recientes y espectaculares descubrimientos arqueológicos en el Cerro del Molinete. Hay vida más allá del Imperio Romano o de la Cartagena Modernista y Minera. Todos suman. Las inmensas oportunidades que nos brinda el redescubrimiento de la Cartagena Ilustrada, merecerán la pena. Apostemos por ello dando a conocer una faceta de nuestra historia esplendorosa y a la que no se le ha hecho suficiente justicia. Aprovechemos el proyecto de reconocimiento por la UNESCO que está en marcha para dar a conocer al mundo entero nuestro Siglo de Oro.