Escribir de las cosas pequeñas tiene un ingrediente principal, que es algo muy parecido a la nostalgia, aunque no llega a serlo. Las cosas pequeñas son vida pura en fogonazos, en instantes de felicidad que casi no se pueden saborear, por eso su recuerdo, rescatado de ese lugar dónde se almacenan los raticos agradables, sonidos, luces y sabores es como una nostalgia joven, como el beaujolais noveau de los recuerdos. Mi prima Laura me vio hacerle cosquillas a Lucas tirado en el sofá, y enseguida me dijo que se acababa de acordar cuando le hacía eso mismo a ella, hace veinte años. A eso me refiero. No se puede tener nostalgia de un recuerdo tan pequeño, y tan feliz, y a la vez tan insignificante, pero tan absolutamente maravilloso como aquellas cosquillas en otra época, pero con idéntico resultado.

El mejor regalo de esta Navidad ha sido una foto hecha con una vieja, pero novísima, cámara Polaroid. Preparar el instante de la foto como antaño, buscar el lugar, contar las horas para la cita con la fotografía, el único intento, y la rapidez para resguardar el papel de la luz, y la espera para poder ver el resultado vuelve a darnos una lección de cómo no debemos olvidar cómo eran las cosas antes de ser tan fáciles. Hacer fotos con una Polaroid tenía un montón de ventajas que hemos olvidado dándole importancia a otras, que quizás no son tan importantes.

Polaroid ha dejado de fabricar cámaras, pero han nacido empresas que venden papel para imprimir fotografías en Polaroid. Así también avanza el mundo.

Apostaría a que Polaroid regresa y vuelve a vender cámaras que imprimen la foto en media hora, con esa tonalidad que ningún filtro es capaz de igualar, porque ningún móvil, de momento, permite el tacto, escribir a mano sobre la leyenda de la fotografía, o conlleva la realización de un ritual de impresión como el de la vieja Polaroid. Y volverán, apuesto, que pocas cosas parecen tan para volver como una Polaroid. Con razón es casi tan difícil estos días comprar una Polaroid a buen precio, como hacerse con alguno de los miembros de la Patrulla Canina para los Reyes Magos. Una simple foto impresa puede ser ahora el mejor regalo de Navidad, y a lo mejor, hace 20 años no lo era tanto, y eso es lo que hace que descubramos la capacidad que tenemos para mejorar nuestros recuerdos. La vida está repleta de instantes de felicidad, que mejoran con los años. ¿Te apetece hacerte una Polaroid? Vale.