Todo es demasiado superficial, como si la política no fuera más que un concurso de eslóganes. Hay algunas excepciones, pero reconozcamos que hay mucho por mejorar y que lo que predominan son los fuegos artificiales y la brocha gorda.

De esa indefinición no escapa la Educación. Mucho se habla sin decir apenas nada. He seguido con atención el discurso de los partidos políticos en ese aspecto, así como sus programas electorales, y vuelvo a llevarme una desilusión. Se dicen ´cosas´ pero sin propuestas concretas. Los partidos políticos esbozan ´líneas generales´ y no enuncian programas educativos integrales. La Educación es observada como ese charco en mitad de la carretera que preferimos no pisar para que no nos salpique.

Mucho se ha hablado del famoso Libro Blanco de José Antonio Marina, que adolece del mismo mal: líneas generales, propuestas poco claras y sin búsqueda de consensos. Marina, al que respeto profundamente, solo necesitaba tres minutos de televisión para explicar su visión de lo que necesita el sistema educativo español (que necesita muchas mejoras es absolutamente cierto). También es alarmante decir que en cinco años se puede construir un sistema educativo ´excelente´; y es ahí cuando me viene a la cabeza la imagen de vendedor de tónico milagroso en aquellas viejas películas del Oeste. No obstante, me resisto a pensar en el señor Marina de esa forma. Creo que tiene buena intención, pero tal vez necesita pisar la realidad para incluirla en sus propuestas. Le invito a ello.

Al respecto, y como vicepresidente de la Asociación de Interinos Docentes de la Región de Murcia, le hice llegar un correo para preguntarle sobre el encaje de los miles de docentes interinos en su propuesta de MIR. No ha respondido. Pero tranquilos,€no es el único. Durante la campaña electoral les hicimos la misma pregunta a las organizaciones políticas que planteaban el sistema MIR para el acceso a la función docente. Salvo UPyD, que ya no cuenta con representación parlamentaria, ninguna contestó. Es decir, o bien nadie tuvo tiempo para responder a una demanda que afecta a miles de docentes interinos y futuros aspirantes de todo el país, o bien no lo tienen pensado. Ambas cosas resultan muy preocupantes.

En cuanto a quienes no plantean el recurrente MIR, tampoco parecen tenerlo demasiado claro. Hablar de procurar la «estabilidad de las plantillas docentes» personalmente me sirve de poco. Perdónenme, pero es que necesito algo más.

Y siguiendo con el tema de los interinos, llegamos a la Región de Murcia. Tras mucho esfuerzo pidiendo diálogo y consenso, en octubre se aprueba una moción, a instancia de Ciudadanos, que cuenta con el voto unánime y favorable de todos los grupos políticos para abrir una negociación entre consejería de Educación y sindicatos que produzca un nuevo acuerdo de interinos consensuado sobre la base de unas premisas que son muy claras: considerar la trayectoria integral del aspirante, mejorar la valoración de la experiencia docente, contratación por cursos completos para evitar la actual discriminación producida por el cese de todos los interinos el 30 de junio, incluir la formación para la configuración de las listas de interinos, y tener en cuenta los principios de mérito y capacidad.

Y en ello están la Administración y las organizaciones sindicales actualmente, pero con algunas consideraciones que hay que hacer. Resulta curiosa la negativa de la consejería de Educación en cumplir con lo aprobado en la moción de la Asamblea Regional. El primer ejemplo de ello es la negativa «por motivos técnicos» a valorar la formación, cargándose de un plumazo el discurso de la «excelencia» y del «mérito y capacidad». Entiendo que hay aspectos a tener en cuenta respecto de su valoración, pero es que la Asamblea Regional ha realizado un mandato expreso, por lo que las partes no pueden obviarlo. El segundo está en el empeño en mantener la discriminación contra los docentes interinos de la Región, no incluyendo en los presupuestos el pago del verano a unos docentes que hacen el mismo trabajo que sus compañeros, incluyendo funcionarios, maestros de Religión y docentes de la escuela concertada; y eso es absolutamente inadmisible.

Es decir, se dice una cosa y se hace la contraria aun cuando existe un mandato parlamentario expreso, claro y unánime. Y eso también me preocupa, porque a la indefinición anteriormente señalada le acompaña un déficit democrático que dificulta mucho alcanzar las soluciones que necesitamos. Hay que hacer lo que se dice, pero sabiendo lo que se dice, también.