Una nueva sequía, seguramente de las más severas de la historia reciente, planea sobre nuestras cabezas, y lo que es peor, sobre nuestros campos y ciudades. Es al menos la cuarta en los últimos 30 o 40 años y, de nuevo, la casa la tenemos sin barrer. Nos vuelve a pillar un toro fruto de la insolidaridad, del egoísmo y de la particularidad de un país individualista plagado de políticos fomentadores del odio entre regiones. La CHS ya anunciado que la llegada de un nuevo periodo de escasez es inminente en la cuenca del Segura y que ya es un hecho en la cabecera del Tajo, desde donde deben llegar las aguas de riego para la Región. El panorama es caótico si no empieza a llover o a nevar pronto en las sierras de Segura y Cazorla. Una situación dantesca para la agricultura, motor económico murciano, a la que no le van a faltar otros problemas, como las tradicionales heladas o la fragilidad de los mercados. Comenzando una nueva legislatura, poco espera ya una región aislada y olvidada de manera constante por los sucesivos gobiernos. Quedamos pues, otra vez, en manos de la Divina Providencia y de su tentación de querer arrimar hasta estas tierras negros nubarrones cargados del líquido elemento o del blanco meteoro.

Recemos.