A la vista de los resultados de las elecciones generales del pasado domingo en la Región de Murcia y considerando también los de las autonómicas y locales de mayo queda claro que el ciclo histórico de las mayorías absolutas del PP en la región (1995-2015) ya ha concluido y no va a regresar (la reforma de la ley electoral regional aleja definitivamente esa posibilidad). Estamos en otro momento nuevo en que el centroderecha sigue sin embargo conservando la mayoría pero ahora repartida entre dos formaciones (PP y C´s) asimétricas y aliadas pero sin formar todavía gobiernos de coalición (todo llegará: los partidos existen para alcanzar el poder).

Hasta ahora el modelo político del régimen de la Transición lo constituía un bipartidismo que en la región era mucho más que imperfecto pues el polo de la derecha llegó a triplicar al de la izquierda (2011), lo que permitía hablar de monopartidismo y explicar los veinte años sin alternancia de gobiernos conservadores con mayoría absoluta, mientras que ahora el sistema político regional es multipartidista pero se ha instalado una nueva mayoría que forman el PP desde el gobierno y Ciudadanos desde la oposición. The orange is de new blue.

El viejo bipartidismo se ha reducido ahora a algo más del 60% de los votantes murcianos (doblando el PP al PSOE) mientras hace cuatro años representaba el 84,4% del voto (correspondiendo entonces al PP el 63,7%).

Por su parte el nuevo bloque de centroderecha (PP-C´s) representa ahora algo más del 58%, frente al 38,6% de las fuerzas del centroizquierda. La singularidad regional se visibiliza muy bien si comparamos estos porcentajes con los obtenidos por estas fuerzas a nivel nacional: en este caso el bloque de centroderecha alcanza el 42,34%, mientras el bloque de centroizquierda le supera llegando al 46,34%. Más de 15 puntos está el centroderecha sobrerrepresentado en la región respecto a su media española, en tanto el centroizquierda está subrrepresentando en casi 8 puntos.

Lo que ocurra en el contexto nacional es ahora también determinante aquí. En realidad lo que el resultado del 20D pone sobre la mesa es una disyuntiva decisiva: si el bipartidismo debilitado en España va a formar un gobierno de Gran Coalición (a la alemana), opción bastante improbable, o si se abre paso la posibilidad de conformar un bloque político en la izquierda „como acaba de ocurrir en Portugal„ que aspire a gobernar el país, con apoyos nacionalistas. De como se resuelva esto dependerá el futuro político. Y aquí la pelota está en el tejado del PSOE.

Quizás al final sea inevitable volver a las urnas pues ni la aritmética ni la política parece que permitan por ahora con claridad ninguna de estás fórmulas.

Sin embargo, el problema para una alternativa progresista en la región está en la debilidad en la propia izquierda. Por una parte el PSOE lleva muchos años en la pendiente de la decadencia electoral y ha logrado representar ya sólo una quinta parte del voto emitido por la ciudadanía, obteniendo el domingo también aquí su peor resultado histórico, quedando muy relegado en las mayores ciudades, superado ya por otros partidos. Si no se producen cambios muy profundos en su configuración nacional y regional no parece que pueda aspirar por el momento a recuperar electorado, lo que abre la posibilidad cierta „que no existía hasta ahora„ de que Podemos pueda arrebatarle el primer puesto en la izquierda.

Por otro lado, a su izquierda, IU resiste muy disminuida y amparada en sus buenos resultados municipales pero sin fuerza para ser un proyecto autónomo, mientras que la brillante trayectoria de Podemos „que ha reunido en poco tiempo más del 15% del voto, pero que está a 5,5 puntos por detrás de su media nacional„ no parece que pueda mantener esa progresión en el futuro. Una confluencia de la izquierda, que no se ha podio dar hasta ahora, mejoraría su representación y le permitiría aspirar a a convertirse en segunda fuerza regional, superando al PSOE y a C´s.

Estas dos circunstancias extrarregioanales, una activa renovación del PSOE y un giro estratégico, junto a una confluencia del resto de la izquierda, son dos requisitos necesarios pero quizás insuficientes para vencer al centroderecha en la región. El 40,4% obtenido por el PP el 20D „el mejor resultado del país por Comunidades autónomas„ demuestra que, pese a su desgaste, aún conserva un arraigo social y electoral sorprendente: nada menos que 11,77 puntos por encima de su media nacional.

Otra vez la diferencia murciana que aleja de la posibilidad de que la izquierda gobierne la región.

¿Cómo se podría desbloquear esta situación? Tendrá que haber un camino, como canta el maestro Morente. Además de las circunstancias generales ya apuntadas, este pasa en la región porque la izquierda vuelva al trabajo en la sociedad, intensificando su presencia activa en los movimientos sociales que movilizan y crean conciencia de cambio, evitando el espejismo de que el trabajo institucional es prioritario y suficiente.

Al contrario, es el conflicto social el que hace avanzar las ideas de la izquierda. El trato despectivo que se ha hecho de los activistas sociales que «no sirven para ganar elecciones» es un error que hay que revisar y corregir en este nuevo tiempo. Si hay un camino resultará de la combinación inteligente del trabajo en las instituciones junto a la movilización y el activismo social, que dará nuevas oportunidades a la izquierda.

Izquierda que tiene que ganar al tiempo, en sus distintas expresiones, mayor credibilidad a la hora de definir un proyecto alternativo creíble de gobierno para la región, aún excesivamente desdibujado en la conciencia de los ciudadanos.