Una vez leí en un libro de cosas cursis que echar de menos, en el fondo, tenía su punto de fantástico. Que desearle a alguien lo mejor, aun teniéndolo lejos en el espacio, es síntoma de que existe un sentimiento poderoso, bonito, casi espiritual. Y echar de menos a quien sabes que va a volver, eso ya es grandioso. Aguardar el momento, el nerviosismo, imaginar las celebraciones venideras, brindar, planificar las cosas que están en tu mano para procurar hacer hermoso un instante de la vida de la persona que más amas en el mundo. Ya sabemos que las cosas extraordinarias no pasan todos los días. Como la Nochebuena. Como la Lotería. Como las elecciones generales. Elijan su momento extraordinario al gusto y disfrútenlo fuerte. Y, si aún no pueden celebrar, si les toca estar echando de menos, pues pasan las Navidades lejos de su ser más querido, piensen en el abrazo que le van a pegar cuando, por fin, dejen de echar de menos. Piensen en la próxima vez...