Hay dos tipos de sudor: el puramente fisiológico, que se deriva del calor y/o del trabajo, del que dijera Miguel Hernández: «Contar sus años no sabe y ya sabe que el sudor es una corona grave de sal para el labrador» y el psicológico, producido por la rama parasimpática del sistema nervioso autónomo cuando estás tenso, ansioso y cargado de adrenalina. Tras el célebre debate entre cuatro candidatos, televisado con amplísima audiencia, una de las majaderías insustanciales que se han dicho es que el secretario de Podemos perdió mucho porque acabó sudando. Lo raro es que fuera él, que muestra la frialdad del cínico y está muy entrenado ante las cámaras. No parece que sudar sea algo incapacitante para legislar o gobernar.