Ya quedan menos días para la noche del 20D y afortunadamente termina el plazo para la publicación de encuestas electorales. Estos sondeos deberían estar castigados con pena capital, porque para muchos ciudadanos es hasta motivo de entretenimiento y de festiva tertulia, pero para una pequeña minoría que le va mucho en las elecciones es un suplicio no deseable ni para el peor enemigo. Se ponen de los nervios al máximo y hasta se les quitan las ganas de comer, como comentan que sucede en el ámbito de algunos socialistas murcianos cada vez que se hace público alguno de esos malditos estudios demoscópicos.

Queda una semana, con debate incluido, que puede parecer apasionanente para muchos por el futuro del país y a la vez supone una semana de pasión para esos aspirantes a ocupar esos sillones con respaldo que se conocen como escaños. En el alambre de los últimos de la fila pueden estar bailando dos o tres candidatos en la Región y en ese ejercicio de funambulismo las encuestas han metido a la diputada popular Asunción Carreño, hasta su compañero de hemiciclo el socialista Pedro Saura. Los aspirantes de Ciudadanos y Podemos, que se encuentran en situación parecida, tienen la ventaja de ser noveles e inexpertos; si lo consiguen, una fiesta, y si se quedan en puertas, a esperar otra oportunidad. Al fin y al cabo, están empezando y tienen camino por delante.

La patata más caliente en estos comicios en Murcia está en manos de los socialistas. A los populares, a pesar de un posible rapapolvo gordo sobre sus ocho diputados actuales, en el peor de los casos les quedarían algunos muebles que salvar, pero el más mínimo descenso de los socialistas, en una Región que fue granero de votos, le llevaría a cotas rayanas a la indigencia. No sólo no desaprovecharían el desgaste del PP, sino que incluso se habrían dejado comer la mayor parte del pastel por jóvenes emergentes.

Y tras esta semana de pasión se acerca a marchas forzadas la larga jornada del 20D. A los aspirantes en el alambre se les supondrá ya mentalizados tanto para lo mejor como para encajar la derrota. Y en el peor de los casos les queda la esperanza de que tres días después se sortea el Gordo de Navidad y aún están a tiempo de hacer un hueco en la apretada agenda electoral para comprar lotería.