Era 6 de enero. Cuando se levantó corriendo para ver qué le habían dejado los Reyes, no encontró nada. Sus padres le dijeron apenados que sus Majestades de Oriente no habían sido capaces de encontrar la casa. Y el niño lloró. Y los padres también lloraron, pero a escondidas. Al siguiente año, el pequeño optó por pegar en la puerta de su casa letras gigantes que previamente había recortado de un folleto de publicidad. Cuando lo vieron los vecinos, les explicó que era para que los Magos lo encontraran esta vez. Aquel 6 de enero se despertó y tampoco encontró nada en su casa. Pero sí había un regalo para él en el portal, junto a las letras recortadas. Y entonces se sintió feliz, porque sus indicaciones habían funcionado. Los niños no entienden de crisis ni de paro, sólo quieren recibir un regalo en Navidad, igual que sus compañeros del cole. Y todos podemos ser un poco magos. Este año, la mayoría de ayuntamientos de la Región han habilitado puntos de recogida de juguetes. También se pueden dejar en Cruz Roja, en varios centros comerciales y en los clubes deportivos federados. ¿Hacemos magia?