Cuando leo en la prensa que, por ejemplo, tal torero ha sufrido una cogida en la plaza, se le ha intervenido quirúrgicamente de urgencia y que a los pocos días ha sido dado de alta, el comentario que acompaña a todo esto es que los toreros son superhombres con una constitución envidiable. Posiblemente. Pero esas cogidas van acompañadas de una pérdida de sangre más que evidente, lo que supone que dicha intervención ha tenido que ir acompañada de transfusiones (nunca veo este dato, salvo que yo lea mal, en la noticia correspondiente), varias bolsas, sangre que no se fabrica, la sangre que recibe el machote la donan altruistamente personas, personas normales, personas de la calle. Personas a las que cada vez se les está dando menos importancia e intentando hacerlas invisibles.

La donación de sangre es una actvidad social con un fin sanitario, por lo que estamos hablando de una actividad socio-sanitaria. Algo tan evidente sigue sin ser entendido por muchas cabezas ¿pensantes? El colectivo de donantes no está debidamente reconocido, en general, y no está reconocido como entidad de especial colaboración con el Sistema Nacional de Sanidad (SNS), un colectivo no consumidor de recursos que aporta algo, sangre, de un valor incalculable de forma totalmente altruista; el SNS recibe de esas donaciones (plasma) que pasa al sistema empresarial privado y se valora económicamente, suponiendo un ahorro directo en medicamentos derivados del plasma donado por este colectivo, de cien millones de euros al año, sólo por este concepto.

La falta de reconocimiento y toma en consideración de las asociaciones de donantes de sangre y la propia Federación Española (que agrupa a la mayoría de esas asociaciones y representa a España en los organismos internacionales, no recibe ni un euro de la Administración sanitaria) pueden hacer que queden totalmente fuera de juego y, por tanto, no poder cumplir con sus obligaciones estatutarias como el fomento y divulgación. Es cierto que les queda otra finalidad estatutaria, aún más importante desde el punto de vista del ordenamiento jurídico, que es la de representar y defender al colectivo de los abusos e incumplimientos de la legislación y su normativa. La falta de interés de la Administración por este colectivo puede llevar a los responsables de las asociaciones a desmotivaciones personales, abandonando y marchando a sus casas, que es, a lo que parece, lo que desde algunos Centros de Transfusión (CT) pretenden.

Para intentar minar la voluntad de estas personas, legislan, de forma más que interesada, con el pensamiento puesto en asumir de manera similar las tareas que realizan las Hermandades y Asociaciones de Donantes de Sangre, sin advertir que ellos son la propia Administración y que la labor de sensibilización social no les corresponde; es más, es contraproducente, porque uno de los principios de la solidaridad es que tiene que llegar de forma transversal, no vertical, es decir, la procedencia del mensaje de solidaridad es creíble si procede de quien lo practica, no del político o del empleado público de confianza de turno, cuya credibilidad en este u otros aspectos es nula o cuando menos cuestionable. Se trata, por tanto, de una máxima, recogida muy bien en un estudio elaborado en los años 90 del pasado siglo por la Universidad de Milán: el concepto de transmisión del mensaje, de algo tan sensible como es la donación altruista de sangre queda claro que debe provenir de personas 'de igual a igual'.

El profesor francés Bernard Genetet decía en una de las primeras asambleas de la Federación Internacional de Donantes de Sangre: «Aquellos Gobiernos, centros de transfusión, autoridades sanitarias que obvien a los donantes altruistas, fracasarán? Si buscan el éxito, garanticen a las asociaciones de donantes de sangre altruistas y voluntarios corresponsabilidad y coprotagonismo». Desde estas modestas líneas, a las que traslado mis pensamientos, hago un llamamiento a todos los que tengan que ver con la sangre, y sus derivados para que cuiden y mimen a los donantes de sangre y los valoren en su justa medida, pues parece que al no tener un coste para las arcas públicas no tienen mayor importancia?

Valoren, cuiden y mimen a tantas personas que con su gesto salvan miles de vidas. Y una reflexión en voz alta: ¿qué ocurriría si todo el colectivo de donantes se declarase en huelga y no donaran por un tiempo?