En agosto del año pasado cuando le dediqué esta sección al desaparecido molino cartagenero que desde el verano de 1974 adornó las calles de El Ferrol, prometí hablar del cruceiro que un año antes los gallegos habían donado a nuestra ciudad. Al igual que sucediera con el típico elemento del campo cartagenero el Centro Gallego de Cartagena y su presidente Arsenio López Morado tuvieron un papel importante en el proceso. Esta institución fue la que propuso al consistorio ferrolano que regalara un cruceiro a la ciudad de Cartagena, y éste lo acordó en un pleno celebrado el 8 de febrero de 1973.

Fueron varios los lugares barajados para la ubicación del mismo, hubo quien pensó en colocarlo en el Parque Torres y tampoco faltó quien lo pidió en las cercanías de Santa Lucía. La idea era reivindicar la tradición de la llegada del apóstol Santiago por nuestras costas, y para ello se propuso ponerlo junto al conocido como puente de Mompeán. Finalmente en un pleno celebrado en julio la comisión municipal permanente decidió que el lugar sería al final de la calle Real. El motivo no era otro que el considerar ese punto un cruce de unión entre varias carreteras como las de Alicante y Almería.

Un día antes de la inauguración se le ofreció una recepción al alcalde de Ferrol y a su Corporación en el Ayuntamiento, que fue presidida por el almirante Yusti Pita, acompañado del alcalde Ginés Huertas y el jefe del Arsenal, el vicealmirante Rodríguez, entre otras autoridades. El alcalde pronunció unas palabras de ofrecimiento e hizo entrega de una placa conmemorativa a su homónimo Rogelio Cenalmor Ramos. A continuación el señor Cenalmor pronunció un discurso del que he destacado las siguientes palabras: «Ostentamos dos capitanías generales, son muy similares las estructuras urbanas, murallas que separan ambos arsenales, pero esa separación es sólo física porque en lo espiritual tanto Cartagena como El Ferrol estamos estrechamente vinculados con la Marina».

Y por fin llegó el 10 de diciembre de 1973, día en el que tras una misa en la Iglesia de la Caridad, las autoridades se trasladaron a la calle Real y el arcipreste Juan Iniesta procedió a su bendición. Para la ocasión Eduardo Cañabate, cronista oficial de la ciudad y concejal en aquellos momentos, publicó un opúsculo bajo el título Un cruceiro gallego en Cartagena en el que resaltaba las afinidades entre El Ferrol y Cartagena.

Tal y cómo lo describía Cañabate, «el monumento en sí es de estilo románico, con una peana cuadrangular de tres peldaños, también de piedra, con los motivos piadosos tradicionales de una imagen de Cristo crucificado, tras ella un medallón con la Virgen Dolorosa y el Hijo, llevando al arranque de la cruz y sobre la peana, tallado en piedra, en relieve, el escudo de armas de El Ferrol"« El autor del cruceiro fue el escultor pontevedrés Alfonso Vilar Lamelas quien hizo una bellísima obra que todavía hoy podemos contemplar en su ubicación original.