Había un canal alemán que a partir de alguna hora de la madrugada, cuando terminaban las películas semieróticas costumbristas, ponía la imagen del fuego de una coqueta chimenea. Nos acompañó en muchas noches de frío pamplonica y planes de piso de estudiantes, y cumplía la función de darle a aquel salón con Valdanito Crespo y el palmarés completo de la Copa de Europa con todos los escudos en las paredes, el aire necesario para respirar hogar, a mil kilómetros de nuestras casicas. Aquella chimenea en la tele era hogareña. Como lo eran las cenas de sanjacobos con tomate y cerveza Keler.

Aquella chimenea de la tele tenía su aquel, porque pasabas minutos y minutos mirándola, esperando el corte de imagen en el que supuestamente volvía a empezar el bucle, pero nunca dabas con él. Era un misterio, parecido al de las películas del proyecto de Anna Morelli en Instante de peligro (Anagrama, 2015), lo último del gran Mahn, no se lo pierdan. Porque la chimenea permanecía encendida, y no había cortes, y nunca nadie echaba más madera. Y allí seguía, hasta que podía con nosotros. Nunca vimos el final. Ni el comienzo de la programación tras la chimenea.

Uno de los momentos mágicos de las chimeneas es cuando te levantas, y las brasicas están chispoteando sobre las cenizas blanquecinas en los últimos golpecitos, tras aguantar toda la noche. El gustico que da darle vida con un par de tronquicos mientras te haces el café... No conozco a nadie que no sea de chimeneas, que haberlo, lo habrá. Que de todo hay en esta vida, como bien dice mi abuela cuando toda explicación racional sobre algo no va más€ «hay gente pa tó».

Este puente me he dado un atracón a chimenea que ha sido un espectáculo, castañicas mediante. Y claro, cumplí con el vídeo emulando a la tele luxemburguesa€ ¿o era alemana? Y lo subí a Instagram, que es dónde pegan los vídeos cortos sin contenido preparado. Lo de la chimenea en redes sociales es tan cutre como lo de los pies en la arena en verano con el mar de fondo, pero acho, qué quieres que te diga, son cosas que se hacen, como cuando vas saltando las losas blancas, que además, el follow es gratis, y lo de compartir con uno mismo también es motivación suficiente.

Y eso que aún hay que completar acciones por desarrollar frente a una chimenea, pero todo se andará. Que la ventana nevando y la chimenea lo tenemos en el debe, como hacerse un James Bond con un fundido a negro mientras sube el volumen de la música, y hay una mantica, una botella de vino, y entonces las llamas son la metáfora perfecta€ ya saben€. Cierren los ojos y déjense llevar. Vale.