Aunque asistan todas las razones legales y suponga una afrenta política y democrática que decidan tres personas venidas desde Madrid todo un Congreso de CC OO en Murcia, los representantes de la candidatura de Salvador Soto no debieran soslayar el acontecimiento sin el cual nunca hubiera resultado ganadora la candidatura de Soler.

Los divergentes proyectos sindicales fueron polarizándose internamente desde el fallido congreso celebrado en 2013, fueron presentados incluso públicamente antes del inicio de las asambleas de afiliados/as: el de Soler, que representa el continuismo de estrategias fracasadas, decisiones cupulares, entreguismo al pacto social, dependencia económica del sindicato y eternización de cargos y sueldos, frente a la renovación de políticas y personas, sindicato de proximidad, participación de los afiliados/as en la vida interna, sindicalismo militante, transparencia en la gestión interna y autofinanciación eran las apuestas de Salvador Soto.

Una vez realizadas las asambleas de afiliados/as donde se confrontaron los distintos proyectos sindicales, hasta en dos rondas, como exigen las normas internas, el recuento de representantes obtenido por cada una de las candidaturas, según consta en actas, situó a Salvador Soto como virtual ganador del Congreso con 46 delegados/as frente a 43 de Soler, de un total de 89 personas con derecho a voto.

A la candidatura de Soler, consciente de su anunciada derrota, solo le quedaba como única y tramposa alternativa para ganar el Congreso robar los votos necesarios entre los delegados/as elegidos en las listas de Salvador Soto. Desde las alcantarillas se operó para revertir el acuerdo unánime de la sección sindical de Correos en Murcia cuando tenía decidido apoyar a Salvador Soto, y por lo que se le concedió un puesto en su lista a una persona de esta sección sindical que se incluyó como candidato para confrontarse con la alternativa de Soler, resultando elegida para acudir al congreso con el voto de los partidarios de Salvador Soto, comprometiéndose a su iniciativa, incluso una vez detectadas las presiones, a inutilizar la papeleta de Soler y exhibir públicamente su voto a fin de despejar desconfianzas.

Para ganar el imprescindible voto que dé la victoria a Soler, será necesario articular la coartada que justifique el incumplimiento de compromisos contraídos por el representante de Correos; para ello la mesa del congreso, controlada por los venidos allende de estas tierras, maquinaran lo conveniente para poder hacer efectiva la deslealtad, con el torpe objetivo de que nadie la descubra, de manera que se someterá a todo un congreso a una forma de votación no usual, ultrasecreta y policial, prohibiendo solemnemente, bajo amenaza, la libertad de los congresistas para exhibir el voto.

De esta forma se dio carta de naturaleza al transfuguismo político, alejándonos con esta actuación de un comportamiento ético y democrático de los representantes políticos que la sociedad, en la calle y en las urnas, viene demandando de forma creciente, quedando el resultado del congreso viciado y adulterada la voluntad popular de las personas afiliadas, legitimando a los perjudicados para exigir la renuncia del beneficiario que debiera haber hecho efectiva para no verse perseguido por su propia historia avalando una victoria mediante la prostitución política. La lideresa al menos, inmediatamente después del Tamayazo en un arrebato de dignidad que no se le reconoce a Soler, rechazó valerse de infieles para mantenerse en el poder.

De no ser por la intervención de la dirección confederal que ha anulado el congreso por otros motivos, el premio final lo hubiera obtenido la familia socialista, que sin haber jugado la partida hubiera visto incrementada su influencia en los dos sindicatos mayoritarios de la Región, a la que no le arriendo las ganancias hasta tanto éstos superen su desprestigio, debilidad y podredumbre interna.