Nueve millones doscientos mil españoles vimos el debate de los cuatro políticos en una cadena de televisión privada. Se veía venir que iba a ser el programa más visto de la historia de la televisión y así fue.

El debate tuvo de todo, incluso como en el Tenorio; estuvo, en esencia, que no de presencia, el Comendador Rajoy. Siempre he tenido la sensación de que Rajoy no es ni listo ni tonto, pero esta vez se ha superado. Ha sido más tonto que nunca por perderse la oportunidad de derrotar a todos sus rivales delante de todo el país, ganando miles y miles de votos que hoy tiene perdidos. Y ha sido listo, porque no hay ninguna duda de que los oponentes se le hubiesen encarnizado y, probablemente, su carrera para continuar en la Moncloa se hubiera acabado allí mismo.

Cuando esos mas de nueve millones de españoles esperaban ver a nueve miuras enzarzados a cornadas entre ellos, se quedaron en un ni fú ni fá, que te topo pero no te encuerno del tó, vamos, que más que purasangres parecieron políticos fuera de tienta.

Pedro Sánchez, el sonriente; Albert, el azogues; Pablito, el tranquilo, y Soraya, la tiesa animada.

Pedro, con forzada sonrisa, quiso pero no pudo; Alberto lo intentó pero el meneíto no le dejó concentrarse; Pablito fue el que mejor estuvo, dentro de la mediocridad, y lo de Soraya, de pena, parecía que le habían puesto un corsé, un palo tieso o la habían almidonado.

Que el del PSOE vaya de sobrao ganador, mostrándose prepotente y como única solución a nuestros problemas, no le beneficia en nada, ya que de todos es sabido que él fue uno de los cercanos a Zapatero, compartiendo mesa, mantel, pesebre y decisiones con él, por lo que escucharle decir ahora que tiene ideas claras de lo que hay que hacer para 'salvarnos' cuanto menos da miedo.

El de Ciudadanos, que habla muy bien y gusta lo que dice, para los murcianos es un quebradero de cabeza, pues si cuando lo escuchas te vienen a la cabeza los caretos de los que lideran Ciudadanos por aquí, ¡oye! es que te desaparecen las ganas y la libido.

Escuchar a la del PP fue todo un placer para los sentidos, pues cuanto allí soltó pareció la carta a los reyes magos de Oriente que cualquier ciudadano escribiría para sus gobernantes... ¡más trabajo, menos impuestos, más salarios... ¡Ay!, Sorayita, pero qué malo es conocerse.

El de Podemos gustó más, fue el más fresco, de presencia y lenguaje; en sus manifestaciones estuvo más cercano a la gente que los demás; menos mal que no gobernará, porque si lo hiciese, estoy seguro de que él, Pablito, sería un buen gobernante, pero... parte de la trupe que lleva con él... ¡uf! Dios nos libre.

Ahora todos dicen haber ganado el debate, y será verdad, tanto como que aquí los únicos que realmente han perdido son los que tienen que votar, los del pueblo, pues tras ver lo que vieron, escuchar lo que escucharon y saber que ninguno va a cumplir lo que prometieron puede que ahora sí que no sepan a quien votar.

Pues, oiga, miren, no se calienten la cabeza y échenlo a suerte; al final gane el que gane, los jodidos seguiremos siendo los mismos.