Cartagena, para desgracia e indignación de la mayoría de los cartageneros, ha sido noticia desagradable y bochornosa en todos los medios de comunicación a lo largo de toda la geografía española. Desvirtuando y silenciando lo que, por sí misma, y en representación de su Comarca natural defiende, en un largo camino de reivindicaciones históricas, que se inician en el Siglo XIII, con la injustificada, interesada y nunca autorizada huida del obispo de Cartagena, a la naciente y huertana ciudad de Murcia. A donde se trasladó el enorme poder político y económico que la Iglesia tenía en aquella época y donde ha dejado a lo largo de estas centurias muestras arquitectónicas de su poderío y riqueza en detrimento de la verdadera capital de su obispado.

En la actualidad continúa la marginación con la artificial creación de la Comunidad Autónoma uniprovincial, políticamente mal denominada, que nos separa y anula un posible y natural sentimiento regionalista. Dada su situación geográfica en la fachada marítima, sus realidades portuarias y militares como Capitanía General del Mediterráneo, Cartagena fue provincia marítima y por tanto le hubiese correspondido ser capital provincial, en la reforma de Rafael de Burgos, pero los influyentes representantes murcianos se opusieron. Si Cartagena tuviera un mayor protagonismo político y económico, en la actual Comunidad Autónoma, podría potenciar todas sus posibilidades y así contribuir a un mejor y equilibrado desarrollo regional que a todos nos beneficiaria.

Los cartageneros que fundamos el Partido Cantonal quisimos aprovechar los cambios democráticos que se iniciaban para encauzar dentro del nuevo sistema político nuestros sentimientos históricos y actuales. Aunque quieran descalificarlos, esos sentimientos siguen latentes en nuestros días y nada tienen que ver con separatismos negativos, con los que han querido hermanarnos. Nosotros, para desvincularnos de añoradas aventuras cantonalistas introdujimos en nuestros primeros estatutos, la defensa de la 'Unidad de España' pues, desde el principio, nos hemos sentido orgullosos de ser españoles, cartageneros y europeos, compartiendo los mismos sentimientos de pertenencia, a la región del Sureste, pero con personalidad propia y colaboradora, en nuestro común presente y esperanzador futuro. Con el fin de acallar nuestras reivindicaciones PP y PSOE consensuaron una restrictiva Ley Electoral que, a pesar de los votos obtenidos, nos impidió entrar en la Asamblea Regional, como hubiese sucedido en otras comunidades autónomas.

Así y todo, los cantonales supimos encauzar todas las reivindicaciones políticas, para poder transitar, por los nuevos cauces democráticos, y nos impusimos tratar a nuestros opositores, como adversarios y no como enemigos. En la fundación del Movimiento Ciudadano, nosotros fuimos los pioneros, pero al observar actitudes que nunca compartiríamos, abandonamos dicha coalición. Por ello, desde hace muchos años, nada tenemos que ver con dicho partido político. Las rechazables y bochornosas actuaciones en el Pleno del Ayuntamiento de Cartagena, nada tienen que ver, con nuestras contrastadas aptitudes políticas y nuestra forma de ser y de actuar, siempre basada, en el respeto individual e institucional, y demuestran las diferencias que existen entre los cantonales y el partido Movimiento Ciudadano.