El Lazarillo de Tormes se queda corto con tanta picardía (chorizada) que hoy día impera en nuestro querido país. Desde tesoreros que se apañan solos para obtener y repartir dinero negro pasando por los 3% cobrados en comisiones honorablemente ganadas hasta llegar a plantar girasoles en terrenos rústicos para cobrar las subvenciones de la Unión Europea y después dejarlos morir con las cabezas cara a tierra. Pero acabamos de llegar a lo más de lo más, que es el fraude del taquillazo.

Con lo gracioso que es defraudar a la Agencia Tributaria, escondiendo dinero en cajas de los bancos, no pagando IVA o simplemente cobrando en negro. Pues no es bastante, porque ahora también los cines engañan, mienten y defraudan. Al parecer numerosas salas de cine españolas llevan años simulando pases de películas y falseando al alza la cifra de espectadores y así poder cobrar las subvenciones gubernativas, que exigen un mínimo de 60.000 espectadores si el film es en castellano y 30.000 espectadores para las que no están habladas en nuestro idioma. Si es en catalán, no lo sé.

Cuatro juzgados de instrucción madrileños están investigando, gracias a la iniciativa de la Fiscalía, a varias productoras cinematográficas que han engordado datos con el fin de obtener las citadas subvenciones. En 2012 se investigaron doce pelis y ya van por 42. Entre las películas bajo sospecha, que a veces no las ha visto nada más que el inspector de turno, se encuentran De mayor quiero ser soldado", Los muertos no se tocan, nene, La zona muerta, Pecador, La última mirada o El rey de la montaña.

Todo empezó porque el 10 de septiembre de 2012, en la sala de cines Paraíso Mirasierra en Madrid se proyectaba De mayor quiero ser soldado con la asistencia de un inspector que anotó en su acta: «Sólo hay un espectador, el que suscribe. Y sin embargo, a la semana la sala remitió al ministerio de Cultura que fueron 132 espectadores ese día al cine. En la peli Los muertos no se tocan, nene tan sólo hubo un espectador, nuevamente el inspector y la sala comunicó al ministerio que eran 50. Esta peli obtuvo 400.000 euros de subvención porque la habían visto 72.000 espectadores, según su productora. Y así un pícaro tras otro, una mentira tras otra, una falsedad tras otra. Todo con el fin de obtener una subvención, aunque nos cueste el dinero a todos los españoles. Quizás por eso hay un marketing desmesurado para pelis como Ocho apellidos catalanes o la saga de Torrente.

La cuestión no es ninguna tontería, por una parte porque estamos hablando de casi 35 millones de euros para 2012 que se repartieron 95 empresas, 24 millones de euros para 45 empresas en 2013, y 53,4 millones más en 2014 para105 empresas. Y por otro lado, porque el Código Penal, en su artículo 308, castiga con la pena de uno a cinco años de prisión y multa del tanto al séptuplo de su importe, salvo que se reintegre, con intereses de demora, lo indebidamente cobrado, a los que obtengan subvenciones o ayudas de las Administraciones públicas que alcancen los 120.000 euros, falseando las condiciones requeridas para su concesión u ocultando las que la hubiesen impedido.

Ni Groucho Marx sería tan ingenioso, ni tendría tanta cara dura.