La situación generada tras los terribles atentados de París ha dejado al descubierto una serie de aspectos que contextualizan tanto estos luctuosos hechos como la suma de conflictos en los que se insertan. El primero de ellos hace referencia al debate terminológico y conceptual entre guerra y terrorismo; se establece una frontera entre ellos cuando, por el contrario, cualquier hecho terrorista es un acto de guerra y ésta (sobre todo en su moderna expresión de matanza indiscriminada de civiles) es el acto terrorista por antonomasia.

Dicho esto, hay que establecer una nítida separación entre guerras legítimas e ilegítimas. Las intervenciones en Irak, Afganistán o Libia se inscriben en estas últimas, por cuanto tenían como finalidad, utilizando mentiras descaradas y pretextos falsos (armas de destrucción masiva), la invasión y conquista de un territorio a fin de ganar posiciones geoestratégicas, asegurarse el control de recursos naturales y favorecer la influencia en la zona de los países aliados de Occidente. La guerra contra ISIS es, por el contrario, una guerra legítima, en la medida que registra un carácter defensivo y está protagonizada por una parte muy importante del mundo musulmán (árabes y kurdos), que se resiste a someterse a la irracional dictadura sanguinaria y teocrática del Estado Islámico. Los miembros de la OTAN no combaten, en realidad, a esta organización criminal. Su objetivo en esta crisis ha sido, desde el principio, acabar con el régimen sirio y neutralizar al grupo libanés Hezbolá.

EEUU lleva supuestamente un año atacando a Daesh, y los reveses militares de este grupo sólo se han producido a raíz de la reciente intervención rusa. Sorprendente es la actitud de Turquía, miembro de la OTAN, que hace meses emprendió una ofensiva contra los kurdos justo cuando éstos habían cosechado importantes victorias militares sobre ISIS. Recientemente, ha derribado un avión ruso que se disponía a atacar posiciones terroristas. Los aliados occidentales carecen de credibilidad y legitimidad para combatir el terrorismo. Esta alianza atlántica está demasiado comprometida con quienes están detrás de la génesis y desarrollo del Estado Islámico.

Y esto nos conduce a otra reflexión. ISIS no es principalmente, aunque también, resultado del más que justificado malestar sunita tras las invasión de Irak. Es, sobre todo, una creación del componente más feudal y reaccionario del mundo árabe que, con el apoyo al menos implícito de Occidente, tiene como objetivo afianzar la hegemonía israelí, saudí y norteamericana en el área. En una reciente entrevista al destacado especialista en geopolítica que fuera jefe de Contrainteligencia y Seguridad del Cuerpo de Ejército Europeo, el coronel Pedro Baños, éste no duda en afirmar que los servicios de inteligencia turcos y de las monarquías del golfo están detrás de la aparición de ISIS en la guerra civil siria.

Así pues, Occidente está utilizando esta guerra 'de mentirijillas' contra el terrorismo para concluir la colonización política y militar de Oriente Medio y debilitar al máximo a los países y movimientos rebeldes a sus designios. Pero igualmente se aprovecha de este clima de guerra y de psicosis colectiva para recortar las libertades ciudadanas y militarizar el Estado, hasta el punto de que el gasto militar y de seguridad parece que no va a computar a los efectos del déficit presupuestario. Ello quiere decir que vienen tiempos de recortes, tanto de libertades como de gasto social.

Acabar con ISIS no precisa de una guerra de bombardeos y de tropas terrestres aportadas por fuerzas europeas (entre ellas españolas). Ello sería absolutamente contraproducente (generará más yihadistas) y además no creíble, por cuanto esos efectivos no buscarían tanto la derrota del terrorismo como el declive de los gobiernos y organizaciones del Medio Oriente opuestos al imperio. Basta con poner fin al explícito apoyo saudí y turco a las hordas terroristas, así como a su financiación a través de la venta de petróleo, para que estos ejércitos mercenarios se desinflen. El resto lo hará esa multitud de musulmanes que lo combaten. El problema es que no tengo nada claro que eso es lo que quiera la OTAN.