Ocurrió durante un encuentro ante un café con un alto cargo del actual Gobierno regional, pocas semanas antes de que su formación ganara las elecciones autonómicas de mayo. Tal vez la confianza en que podían repetir la mayoría absoluta o la duda de su continuidad en un puesto destacado le llevó a que me confesara «el tema más espinoso para el Ejecutivo». «¿Cuál es?», le pregunté. «Pensáis que es el fallido aeropuerto de Corvera, por lo que cuesta a las arcas regionales y el desgaste que está suponiendo, o incluso el caso Novo Carthago, con nombres históricos del PP salpicados por una presunta trama que podría tener graves consecuencias para el partido. Pero, siendo importantes estos dos asuntos, lo que más preocupa al actual Gabinete, y al que saldrá tras las elecciones, seguro, es la desaladora de Escombreras. Ese es el problema más grave al que nos enfrentamos». Verdaderamente, ahora que hemos confirmado las escandalosas cifras que se mueven alrededor de esta instalación; ahora que hemos ratificado el dineral que debemos pagar durante años (mejor no hacer números); ahora que hemos corroborado el intrincado sistema de sociedades sobre el que se asienta la obra; ahora, digo, comprendo mucho mejor a lo que se refería el político con el que hablé y la preocupación que me trasladó y que, a buen seguro, seguirá instalada en el Ejecutivo regional. Para colmo de hechos disparatados, tal y como avanzábamos la semana pasada, la Autoridad Portuaria de Cartagena ha puesto fecha al cierre de la toma de agua del mar de la desalinizadora (diciembre del próximo año), ya que se abastece de la zona donde atracan petroleros y metaneros, barcos cuya actividad tiene unas consecuencias medioambientales que podrían ser insalubres.

Todos a ver las procesiones de pie. Por fin la oposición en el ayuntamiento de Murcia se ocupa de temas que realmente importan a los ciudadanos. Ya era hora de que alguien hiciera política de altura y se olvidara de las zarandajas que atañen a muy pocos. A propuesta de Ciudadanos, las clasistas tribunas de Semana Santa de Belluga darán paso a las más igualitarias sillas de tijera. De esta manera, Murcia se convertirá en la ciudad 'semanasantera' española más ecuánime del país, algo que acicateará la llegada de más visitantes. Y ya puestos, ¿por qué no proponen la retirada también de las sillas para que las procesiones tengan que ser disfrutadas de pie? Yo tuve la suerte de ver, precisamente desde una tribuna de Belluga cuyo asiento pagué, una procesión del Viernes Santo de hace ya unos cuantos años. Y les aseguro que la perspectiva que me ofrecía el lugar, la cercanía a los pasos de Salzillo que desfilaban ante mí me dejaron maravillado y, cada vez que puedo, cuento en mi pueblo las maravillas de estas procesiones. Supongo que la próxima vez que quiera disfrutar de una panorámica distinta al pie de calle -lugar desde el que he visto la mayoría de desfiles de la Región- buscaré a algún conocido que tenga balcón y quiera invitarme.