Nuestra especie, el ser humano, se ha convertido en una fuerza de transformación planetaria. La población creciente, sus demandas de energía, agua o materias primas, los residuos generados, son síntomas de una mala adaptación a la capacidad de sustento de nuestro entorno. El cambio climático es uno de esos síntomas.

El conocimiento científico en primer lugar, y nuestra experiencia cotidiana, nos permiten entender que algo está cambiando. Las temperaturas, los ciclos de las estaciones, los fenómenos meteorológicos extremos, los cambios bruscos, son los indicios de que el planeta está sometido a un cambio global, y no parece ser que haya otra razón que las actividades humanas, con su generación de ingentes cantidades de gases de efecto invernadero, GEI, que atrapan el calor recibido del sol en la Tierra y causan el calentamiento global.

Nuestro país, nuestra región y nuestros municipios están en una región del planeta especialmente sensible a estos cambios. Con un clima ya de por si semiárido, el cambio climático nos someterá a un mayor stress por temperaturas y reducciones en las lluvias. Ello dificultará el adecuado mantenimiento de nuestros ecosistemas agrícolas, forestales y marinos. Al tiempo, el derretimiento de los mantos de hielo y glaciares incrementa el nivel del mar y pone en peligro el gran recurso económico que para la Región de Murcia suponen sus playas.

Pero no es el objeto de esta asociación, y de la Nueva Cultura por el Clima que propone, el hacer de mensajero del apocalipsis. Los cambios están en marcha y muchos serán inevitables, aun reduciendo a cero las emisiones actuales, debido a la inercia climática. Si sabemos el origen del problema, y podemos vaticinar sus consecuencias, seamos inteligentes y emprendamos las acciones que reduzcan el alcance e impacto de los cambios. Y es importante cambiar el clima social negativo frente al cambio climático porque ello no ayuda. Nos irá mejor si lo transformamos en un reto generacional, un desafío colectivo, pues si bien somos la primera generación en sentir sus efectos, también somos la única que tendrá la capacidad para controlarlo. Dentro de cuarenta años no usaremos ya petróleo por su agotamiento, pero es ahora cuando debemos dejarlo bajo tierra es nuestra decisión y hacerla solo nos puede traer beneficios

A través de estrategias de adaptación de nuestros ecosistemas naturales y urbanos deberemos mejorar su resistencia para reducir el impacto directo de estos cambios. Mediante la mitigación o reducción de emisiones que atrapan el calor, gracias al ahorro, la eficiencia energética y las energías renovables, deberemos empezar la transición a una economía regional baja en carbono, más resistente a problemas de suministro energético o climáticos, más rentable y más justa.

El futuro es un desafío, y una gran oportunidad. A través de esta primera toma de contacto con los efectos del cambio climático en la Región de Murcia, la asociación Nueva Cultura por el Clima desea ayudar para dar a conocer lo que científicamente es previsible y adelantar las acciones de adaptación y mitigación que serían recomendables. Es mucho el trabajo por hacer, e inteligentemente hecho nos traerá muchos beneficios en términos de creación de empleo y mejora de la economía familiar, empresarial y, por tanto, social. Los recursos económicos saldrán, entre otros, del gran ahorro en importaciones energéticas no necesarias.

Los Ayuntamientos son las Administraciones más cercanas al ciudadano y de ellas dependen muchas políticas y decisiones ambientales. Son, además, actores que pueden ser ejemplarizantes para la ciudadanía. Esperamos que las primeras aportaciones técnicas que les realizaremos desde Nueva Cultura por el Clima se vean continuadas por estudios más profundos enmarcados en una Estrategia Regional de Cambio Climático de la Región de Murcia que este territorio está necesitando a gritos, y que contemple planes de ahorro, eficiencia energética y crecimiento de las energías renovables a nivel de todos sus 45 municipios, a ritmo sostenido y fuera de los vaivenes políticos. Ello atraería a un sector emergente de empresas punteras en tecnologías para el siglo XXI: renovables más eficientes y competitivas, desalación con energía solar, almacenamiento energético descentralizado? electrificación y descarbonización de la economía para dejar atrás los combustibles fósiles con usos energéticos, adaptación para ayudar a los países vecinos a seguir siendo el hogar de tantas personas. Hay tanto por hacer? esa es la buena noticia.

El margen para las mejoras energéticas es sorprendente, y su rentabilidad asegurada. Las comunidades que más rápido inviertan en la transición a una economía baja en carbono verán recompensados sus esfuerzos en forma de fortalezas económicas y mayor calidad ambiental de su entorno. Es el momento de aceptar estos desafíos con visión de futuro a largo plazo. Animamos desde aquí a que toda la ciudadanía de nuestra sorprendente Región se sume a este reto colectivo desde sus pequeñas acciones cotidianas. Tenemos la información, está en nuestra mano el aplicarla y, sin darnos casi cuenta, entrar como sociedad en una Nueva Cultura por el Clima.