Se habla mucho de quien lo pierde todo, pero muy poco de quien lo recupera todo. El cine está plagado de historias en las que alguien, tras ver cómo su vida se va al garete, cambia de ciudad, de amigos, de objetivos, de nombre algunas veces, y acaba ´encontrándose como persona´, incluso enamorándose de alguien nuevo que no esperaba y siendo, eso, feliz, o viviendo un sucedáneo de felicidad que le salva a ratos. Pero hay pocas películas (y pocas novelas) de gente que lo pierde todo y, aunque en principio no tiene más remedio que inventarse un plan B para seguir adelante, un día, ya sea de golpe o progresivamente, resulta que lo recupera todo. Está socialmente aceptado el «no mires atrás», el «sigue adelante», el «no vale la pena». Pero resulta que muchas veces sí que vale la pena. Que, contrariamente a lo que dice la canción, al lugar donde has sido feliz es recomendable volver siempre. Para estar simplemente donde sientes que quieres estar.