Este trágico fin de semana marcado por los atentados en París, ha sido también testigo de otro tipo de terrorismo que no frena en nuestro país, el de la violencia de género. Las noticias llegadas desde Marchena, Carabanchel y Vendrell, elevan el número de muertes en España por agresión machista en lo que va de año a 48. Lo datos son demasiado preocupantes y evidencian que pese a las campañas institucionales, persiste un enraizamiento de conductas violentas hacia la mujer. Algo está fallando, los asesinatos de mujeres maltratadas ponen de relieve esta lacra social que no perdona edad, estatus ni condición.

Los maltratadores con la máscara de enamorados se cuelan en las vidas de sus víctimas, hasta que lo que parecía ser una historia de amor se va volviendo poco a poco un estado de alarmante confusión, sustituyéndose el cariño inicial por un sinsentido emocional que forma parte de la propia dinámica del mal trato. La desorientación es tal que según un estudio de la fundación ANAR, el 51% de las adolescentes víctimas de este tipo de violencia no pueden identificar la catalogación de la situación que viven. Es por esto preciso un llamamiento al entorno de las damnificadas, para que apoye y encauce la salida del conflicto que se inicia por lo general con la ruptura del silencio.

La alarmante realidad, por los datos que aporta, requiere de un conocimiento profundo, un análisis del proceso que llega a convertir un proyecto de pareja en una pesadilla mortal. Clarificar actitudes y comportamientos es un paso necesario para poder combatir la raíz del problema, permitiendo el diseño de medidas de intervención de carácter integral y multidisciplinar, con la esperanza de que al fin conduzcan a la erradicación de estas brutales agresiones hacia las mujeres.

Sin lugar a la dilación, la batalla contra la violencia de género hay que iniciarla en el ámbito familiar y educativo, ofreciendo a los más pequeños como medida preventiva una educación hacia la igualdad.

El pacto social contra la violencia de género no puede esperar mucho.