enos de 48 horas han transcurrido entre los ataques terroristas del pasado viernes en París y el bombardeo, por parte del ejército francés, de la ciudad de Al-Raqa, en el norte de Siria. Sí, es una ciudad. No es (o no es solo) un 'bastión del Raesh', ni un 'centro de operaciones de ISIS', como hemos escuchado una y otra vez este fin de semana. Es una población con un número de habitantes similar al del municipio de Murcia. Sobre ella han caído no menos de veinte bombas, en obvia represalia (esta vez nadie trata de ocultar que se trata de una venganza) a los asesinatos del viernes por la noche.

La palabra más usada en los informativos estos días ha sido: 'guerra'. «Guerra en Europa». «Esto es la guerra». «Ha empezado la guerra». Voy a recordar otra obviedad: la guerra entre la OTAN y 'el terrorismo islámico', así en general, lleva en marcha doce años. Otra obviedad: quienes la están perdiendo son las poblaciones de todos esos países de Oriente Próximo y Medio en que hemos decidido intervenir, desde Libia hasta Afganistán. No merecen lazos negros ni banderitas de Facebook los cientos de miles de víctimas no europeas de este enorme desastre, de esta carnicería. Tampoco los refugiados que huyen de ella. Supongo que los medios que acaban de declarar (ahora) la guerra no los consideran víctimas humanas, sino daños colaterales, o incluso enemigos. Sospechosos, en todo caso.

'Tolerancia cero' es otra expresión que estamos oyendo mucho. Casi estoy por adoptarla yo también. Tolerancia cero con quienes agitan y promueven una guerra que tras doce años no ha hecho más que alimentar y alentar la demencia terrorista que sufrimos el viernes. Tolerancia cero con quienes, desde sus cargos de responsabilidad política, delegan en organizaciones militares como la OTAN la obligación que tienen de trabajar por la paz y renuncian a la diplomacia, la democratización y la ayuda al desarrollo. Tolerancia cero con el trío de las Azores y su doctrina, aún en vigor, y tolerancia cero con el pacifismo de chichinabo de esas izquierdas de gatillo fácil e imperialismo de rostro humano (llámese Zapatero o llámese Hollande quien dirige las operaciones).

Sí. Esa 'tolerancia cero'. La otra ya la conocemos demasiado.