En el Museo de la Cofradía de la Sangre, en Murcia, se expone, o ha expuesto, como novedad, en estas postrimerías de 2015, una obra de propiedad particular que, aparentemente, parece ser de Salzillo, de la época de esplendor barroco del imaginero: década de los 50 del siglo XVIII. Se trata de un niño, bien alimentado a pesar de pasar por mendigo y abandonado, que, apoyándose en una muleta, pide limosna a cierto personaje adulto, que falta. Viste ajada camisa, pantalón corto con cinto, y su pie cojo presenta un vendaje suelto. Porta zurrón costalero, bien abultado. Va descalzo. Su mano izquierda se alarga en el mismo sentido de su rostro y mirada, teniendo evidente semejanza tal postura de cintura escapular y brazo, con el Ángel de la Oración en el Huerto, para muchos obra cumbre de Salzillo.

No pretendemos sentar cátedra alguna sobre la atribución a Salzillo, por supuesto. Estudiosos tiene la Historia del Arte en Murcia para dilucidarlo, excelentes, por cierto. Yo me planto en la hipótesis, sin confirmar, de que es, efectivamente, obra de Salzillo. Partamos de ese punto hasta ahora arbitrario.

Bien, en primer lugar, no creemos que es talla civil, la única que se tendría de Salzillo, de confirmarse ser obra suya. La creemos parte de un conjunto. De un santo caritativo, por ejemplo. Indago, y, efectivamente, ahí está San Jerónimo Emiliani, patrón de los niños abandonados, veneciano. Una biografía en todo paralela a San Juan de Dios y a San Ignacio de Loyola. Antiguos soldados, que son tocados por la Gracia Divina, y se convierten en fundadores de Órdenes religiosas. En el caso del primero, de tipo asistencial, dementes y discapacitados en general, que luego pasa a ampliarse a enfermos todos. Bien, San Jerónimo Emiliani acoge niños, niños justamente como el pequeño tullido de corte salzillesco que se nos muestra en el Museo de la Cofradía de la Sangre.

¿Es San Jerónimo Emiliani el que falta en el grupo, que acaso estuviera tendiendo un mendrugo al tullidito? Es posible que así sea. Este San Jerónimo fue canonizado en 1747, tiempo en el que se inicia el auge de la imaginería del maestro murciano. ¿Quién se lo encargó? Veamos: Belluga, desde su misma entrada en la diócesis (1705), advierte lo necesario que es un hospicio para expósitos y abandonados en la ciudad. Los quince años largos de su episcopado se ocupa de que este albergue funcione. Y le dota de beneficios provenientes de sus roturaciones río abajo, previa desecación del Bajo Segura. Ya fallecido el Cardenal, el Papa, luego del rey de España, confirman esas donaciones para el hospicio.

Primero, funcionó en la Maternidad, en la Calle Santa Teresa, en el edificio dieciochesco de esa calle. Luego pasó a su emplazamiento que más le duró: la Plaza de Santa Eulalia, primero enfrente de la Capilla de San José, luego a su mismo lado. Son tiempos ya de la canonización de San Jerónimo Emiliani, Y nadie olvide que estoy conjeturando.

Belluga no puedo ser el comitente de este Niño Tullido, porque ya había fallecido. Y se conocen todas sus determinaciones testamentarias. Pero no hacía falta que nadie con contactos en Italia encargase un santo recién canonizado. Casi ese mismo año, en Roma canonizan a Santa Catalina de Ricci, que bien pudo ser elevada a los altares en la misma ocasión que este San Jerónimo. Santa Catalina Ricci, tallada por Salzillo, está en Las Claras, de Murcia. Y el mismo escultor puso ese nombre a su primera hija, que murió muy pronto. Por cierto, a esta santa se le hizo una fenomenal procesión desde la Catedral y Santo Domingo en el tiempo, con tramoya para descender a la imagen desde el cielo. Pues bien, igual que talló a la nueva santa, bien pudo tallar al nuevo santo en las Cuatro Esquinas. ¿Comitente posible?: el patronato del Hospicio, Albergo que lo llamó desde Roma el Cardenal Belluga. Tenía por aquel tiempo, el primer dinerito fresco de las cosechas de la Vega Baja. Y a nadie le escandalizaría comenzar por honrar al patrono de los niños mendigos, con una imagen suya. Las fechas coinciden.

¿Fue robada la talla de San Jerónimo Emiliani? ¿Fue hecha, siquiera? Puede ser que las cuentas no le cuadrasen al patronato y anulase la talla mayor. El caso es que hoy no tenemos la talla que supuestamente falta. Tenemos al Niño Mendigo y Tullido, que alarga la mano al adulto que le tiende algo que le urge: sin duda, comida. Podría rastrearse la estampa en la que se inspiró Salzillo. Una vez santo, las figuras impresas sobre dibujos de las pinturas que reflejaban su imagen volaron por toda Europa, sí o sí.

Y ya está, ésa es la conjetura. Repito, que partiendo de la base, sin certificado de atribución segura, de que se trata de un Salzillo, de taller o de mano del artista. Asunto en el que no entro. Únicamente he ejercido mi derecho a la conjetura, amparado en mi libertad de expresión. Saludos.