Se llama retorno al pasado, que nada tiene que ver con Regreso al futuro, y tampoco goza del éxito de éste. Es un formulismo casposo, en blanco y negro (existe una película argentina con ese título, Su seguro servidor, de 1954).

Y siempre me acontece cuando escucho, o intento escuchar, lo que dice Mariano Rajoy, todavía presidente del Gobierno de España.

Diga lo que diga el registrador de la propiedad pontevedrés, siempre suena igual, el mismo soniquete: es que hay mucha gente al borde de la pobreza o ya instalada en ella para siempre, «sí, pero se arreglará, porque soy su seguro servidor»; es que se emplea a la gente en precario y se les paga una mierda, «todo evolucionará a bien, soy su seguro servidor»; la corrupción está instalada, enquistada en su partido, «pero yo soy su seguro servidor».

No sé si el genial López Vázquez lo hubiera hecho tan bien, o Manolo Gómez Bur, no digamos Toni Leblanc, pero siempre en blanco y negro y en la Gran Vía madrileña a finales de los años cincuenta, lo cual es muy triste porque Conchita Velasco no va a dejarse ver nunca, sólo Soraya o Cospedal.

Cuando en lo que se llamó felizmente ´la movida´ la palabra muermo empezó a usarse con el significado actual, a mi padre le ponía muy nervioso que la utilizara porque para él, jinete retirado y profesor de equitación en aquel momento, muermo era una «enfermedad virulenta y contagiosa de las caballerías, transmisible al hombre, caracterizada principalmente por ulceración y flujo de la mucosa nasal e infarto de los ganglios linfáticos próximos».

Después de conocer el origen, nunca más dije delante de mi padre «qué muermo», «estoy amuermado» o similares. Con «su seguro servidor» me ocurre otro tanto, además del retroceso, vienen las úlceras y todos los demás espantos. El miércoles pasado Rajoy se dejó entrevistar en la SER por Pepa Bueno, pero ésta no obtuvo más respuesta que «su seguro servidor». Y así están de contentos los independentistas catalanes: vaya muermo.