El pasado lunes, la Filmoteca Regional Francisco Rabal tributó un homenaje a en su ciclo La Memoria Filmada, a Jesús López Burgos, cineista lorquino.

La historia ocurrió de la siguiente manera: Juan Bautista Sanz se puso en contacto con la familia de Jesús para testimoniarle que sería interesante digitalizar la obra del cineista de adopción lorquina (aunque nacido en Benamaurel), por su interés antropológico. Una vez entregada la misma, la Filmoteca preparó una antología de sus muchísimos trabajos que fueron la muestra que vimos en su sala hace unos días.

No es la primera vez que se dignifican los trabajos en celuloide de cineistas amateur murcianos, incluido el ´maestro´ que fue Medina Bardón, y pasados a versión digitalizada. En este sentido no se podía olvidar a Jesús López Burgos, destacadísimo en su trabajo de años y en Lorca. Tenía mucho de reportero. La verdad es que Jesús lo filmaba todo, siempre con su cámara en los distintos acontecimientos que se producián en la Ciudad del Sol.

La pequeña antología, que duró una hora y media, de los trabajos de Jesús que se pudieron ver en la sala de la Filmoteca fueron, entre otros, la proyección de las procesiones de Lorca (tanto los desfiles bíblico-pasionales como la procesión que, como réplica de la del Viernes Santo, organizaban los niños lorquinos hacia el Día de la Cruz), la cerámica de Lorca y su proceso en barro, las inundaciones de 1973 en Lorca y Puerto Lumbreras, la visita del Príncipe Juan Carlos a la zona, y el pleno de constitución del primer Ayuntamiento democrático en 1979.

El interés histórico de estas filmaciones es innegable porque es así como se puede observar el paso del tiempo, o los acontecimientos importantes y hasta dramáticos de una ciudad viva comoLorca, y que aquellos cineistas amateurs recogieron en sus cámaras.

En este sentido, la Filmoteca Regional tiene el interés de llevar ese homenaje a Lorca. Y Lorca, esto es seguro, debe conocer el interés que cobran con el tiempo este tipo de trabajos altruistas y variados para constatar cómo surge y resurge una ciudad bajo el milagro de los 8 o 16 milímetros de celuloide. Es el trabajo de un artista y reportero local que nos legó un tesoro variado y lleno de humanismo. Se trata de la vocación y la acción de Jesús López Burgos, de tan buen hacer. Hombre bueno, amable, agradable en su trato y de enorme simpatía; de ese entendimiento con la gente, de esa empatía inmediata que también tenía su mujer, Gloria, como ahora lo hemos comprobado en su familia.

Conviene señalar que gracias a la Filmoteca y al cuidado específico de estos materiales, así como a su digitalización, podemos estar construyendo nuevas y personales miradas de nuestro pasado reciente, de nuestra historia humana.

Agradecidos, por tanto, a los responsables de la Filmoteca Regional y a los descendientes de los celuloides de aquel cine amateur que López Burgos realizó y a las familias que donan estos tesoros para su rehabilitación y cuidado profesional, legado que ya queda guardado como un tesoro no sólo local o regional, sino cultural.