Es un hecho insalvable: todo lo que comemos nos mata. Sí, como el paso del tiempo; los gases tóxicos que emiten coches e industrias varias; el agua embotellada, sin importar que el envase sea plástico o de cristal; los imprudentes en la carretera; la mala suerte al recibir el impacto de un rayo o de una maceta colocada donde no se debía; las horas pasadas sin movimientos físicos ni psíquicos delante del televisor. Morimos un poco cada día, envejecemos, nos desgastamos, nos precipitamos hacia nuestro irremediable final, del que nadie está libre. Y parece que se nos olvide.

La OMS ha hecho lo que debía: advertirnos de un hecho que, al parecer, era muy conocido por los científicos, pero del que poco o nada sabíamos los consumidores, que nos lo tragamos todo sin preguntar. La carne lleva mucho más que carne. Y ya la puede uno comprar procesada, sin procedimientos de por medio e incluso viva, porque la alimentación de los seres que luego nos zampamos tiene también su molla. Cierto es que si hacemos como Pablo Motos y comparamos el tabaco con el bacon, habría que comer más de doscientas lonchas para alcanzar los maleficios de un paquete de cigarrillos. Más de uno que yo conozco sería capaz€ pero cierto es que nos estamos desviando de la buena alimentación que nos proporciona la siempre tan alabada dieta mediterránea.

Ahora bien, esta noticia que nos ha impactado tanto por lo mucho que nos gusta el blanco y el morcón, podría tener intenciones ocultas. ¿No será en realidad una sucia estratagema de pescaderos y verduleros para aumentar su tasa de ventas? Yo, encantada con la raspa con berenjena, no se me malinterprete. Pero ante este tipo de alertas internacionales una se pregunta si los ricos empresarios que mueven el mundo (sí, olvídense de la fuerza de la gravedad, que ya no manda nada) no habrán puesto de su parte en la emisión del estudio sobre la carne cancerígena. No soy muy fan de Cuarto Milenio, pero casos más extraños se han dado; si no, tiren de hemeroteca y busquen la palabra ´arroz´, puede que así recuerden las barbaridades a las que una única y poderosa persona en el mundo es capaz de hacer en contra de miles de individuos de nuestro planeta.

Conclusión: ya no me voy a zampar con el mismo gusto mi bocata diario de sobrasada, como tampoco podré cocinarle con la misma tranquilidad las salchichas con tomate y puré a mi pequeña (no es que antes me parecieran muy sanas, pero ahora€). Mientras espero que la OMS saque otro estudio sobre la gran contaminación de los mares y ríos, y por consiguiente de los seres que los habitan, habrá que gastarse los cuartos en doradas y merluzas, qué sacrificio€