La consejería de Agua, Agricultura y Medio Ambiente, junto a la Universidad de Murcia y más de quince entidades, está empezando a dar forma en nuestra región a un novedoso y muy atractivo punto de vista que aúna las necesidades de la conservación de la naturaleza con la acción comprometida de cuantos titulares privados o públicos de terrenos piensen que pueden contribuir proactivamente con la conservación de la biodiversidad y con ello con el futuro sostenible de nuestra tierra. Se trata de lo que se ha dado en llamar la Custodia del Territorio.

Esta línea de trabajo, que ya está muy asentada en Estados Unidos y en Europa y avanza firmemente en España, implica una estrategia para conservar los valores de una zona a través de compromisos voluntarios que la propiedad de los terrenos establece con una variada gama de entidades de custodia, normalmente fundaciones u ONGs, y en ocasiones con el apoyo de las administraciones y diversos patrocinios privados.

Como ha comentado recientemente Juan Madrigal, el director de la Oficina de Impulso Socioeconómico del Medio Ambiente de la consejería, las Administraciones públicas tienen por ley el encargo de fomentar esta política mediante acuerdos entre entidades de custodia del territorio y propietarios con el objeto de la conservación del patrimonio natural y la biodiversidad. Y en ello están, a través de los trabajos para la constitución de una red de custodia del territorio en la Región de Murcia que anime este proceso, aclare dudas e impulse lo que haya que hacer y cómo haya que hacerse en nuestra región hacia esos objetivos.

Mucho ánimo en este positivo proceso que sin duda aporta una óptica de medio plazo muy interesante para la conservación de la naturaleza por estos pagos. Sin duda la clave de esta línea de trabajo estriba en que pretende incorporar más acción, más acuerdos, más posibilidades y más compromisos, sin pretender en absoluto sustituir los instrumentos y políticas de conservación que ya existen, como son los espacios naturales legalmente constituidos, los corredores ecológicos, la planificación urbanística, o los proyectos y estrategias de conservación de las especies o de la biodiversidad. Muy al contrario, la custodia del territorio puede facilitar, animar y complementar el desarrollo de esos imprescindibles instrumentos, y generar además un tejido de compromiso con la sociedad civil que implica la extensión, y a veces la función ejemplarizante, de las necesidades de conservación de los paisajes y la biodiversidad. De hecho, en el escenario actual, nuevas oportunidades en el terreno del PDR (Programa de Desarrollo Rural) de la región, en el ámbito de los planes de gestión de las áreas Natura 2000, o en las posibilidades de nuevas ayudas e incentivos, podrían animar esta técnica de la custodia del territorio para un futuro más o menos inmediato.

Nuestra región tiene una enorme importancia a nivel europeo en diversidad de hábitats y de especies, aunque no siempre este hecho sea bien reconocido, y por ello es tan interesante que con lo que cae, con las amenazas que planean sobre la biodiversidad y sobre los paisajes tradicionales que la sustentan, las iniciativas de custodia del territorio supongan un soplo de viento fresco, procedente de una dinámica sociedad civil, que no puede sino animar a las administraciones, a los propietarios, y los posibles patrocinadores -a cada uno según sea su ámbito de responsabilidad- a arrimar el hombro para un objetivo de conservación de la naturaleza tan viable como sugerente.