Si la extinta ministra de Economía del zapateril Gobierno se hubiera documentado aquí, no habría recurrido a una imagen tan imprecisa y ´antieconómica´ como brotes verdes para nombrar sus delirantes fantasías de crecimiento; y aún voy mucho más allá cuando digo que Jorge Manrique, si hubiera sido un poeta murciano castizo, no habría calificado la vanidad de las ilusiones y las vidas de sus poderosos contemporáneos como verduras de las eras, imagen incomprensible para cortesanos y gente común de entonces y de ahora. En ambos casos, y en otros muchos, conviene saber que las semillas de las plantas germinan con una yema o grillón, cuyas primeras tiernas hojas, cuando rompen la tierra, reciben aquí el nombre de yetas. Eso produce la alegría exultante del campesino „»Ya empiezan a verdear las primeras yetas», «Está el trigo lleteando»„, al ver el primer indicio de una buena cosecha, igual que la señora ministra pudo haber imaginado yetas donde no las había y el poeta elegíaco haber denominado lletas a los brotes efímeros de las semillas agostados en las eras tras las pasajeras lluvias de agosto. Y así nos entenderíamos todos.