La alcaldesa no quiere irse. Al principio dijo que si su partido no le indicaba la puerta€ y se lo indicó. Luego aludió a que debería de ser Murcia, el Gobierno regional, y su portavoz parlamentario se lo soltó€ Después se atrinchera con que se lo debe ordenar su pueblo en las próximas elecciones€ Cuán largo me lo fiais, señora. Lo cierto es que cualquier excusa es buena para no abandonar paga y poder.

Fue muy clara y explícita en aquel famoso pleno municipal. Su dedo mágico está por encima de cualquier consideración democrática o de cualquier otra consideración también. Importa poco o nada que su intransigencia y prepotencia perjudique a su pueblo, a su región o a su propio partido. Ella no se va, y su dedo mágico seguirá dictando, señalando y saltando sobre cualquier norma, ley o procedimiento.

Para eso están los funcionarios, para descabalgar su culpa en ellos. «Cuando me nombraron alcaidesa€ perdón, alcaldesa, nadie me enseñó derecho administrativo». Ni a ella ni a nadie. Para eso están los servicios jurídicos de cualquier Ayuntamiento. Solo hay que consultarlos€ salvo que cuando convenga quiera saltárselos, claro. «Yo firmo lo que el funcionario de turno me pone por delante». Como todos los imputados, perdón, ahora investigados, dicen cuando les pescan. Pero es su dedo mágico el que ordena al funcionario de turno que haga el escrito en cuestión y se lo pase a la firma€

No, la alcaldesa no quiere marcharse, porque con su dedo mágico se ha señalado a sí misma como víctima inocente de un poder judicial que desea seguir siendo independiente de otros dedos mágicos como el suyo€ Todo puede ser justo, dictamina su dedo, hasta que señalen mi absolutismo ilustrado, y lo justo entonces se convierte en injusto€ Y ningún dios podrá hundirme, como rezaba el Titanic.

Sin embargo, no es ella la culpable, pues existen errores humanos cuando se eligen personas que no pueden evitar ser como son, si no de aquellos que han recibido del pueblo la llave de la gobernabilidad y ahora no asumen su responsabilidad en utilizarla. Se resisten a usar lo que la ciudadanía depositó en sus manos cuando le pidieron su voto€

Ese es el único dedo mágico que ha de ser respetado y se debe tener en cuenta: el del pueblo. Pero no el otro. Y es que hay dedos y dedos€