Hace años llegué a San Sebastián (Donostia) temiendo que los de ETA me pusieran una bomba; esperaba que sus habitantes se expresarían en euskera; que algunos, los más fuertes, estuvieran cortando troncos, cantado zorcicos y levantando piedras; que los hombres fueran todos con chapela; que hiciera frío y lloviera. Y que el Real Murcia ganará en Irún. Pero... lo que pasó fue que no había bombas, que la gran mayoría hablaba en castellano, que sus habitantes son elegantes y bien presentados, sin troncos ni piedras, que tuve que comprarme una boina ancha para ver alguna cabeza cubierta, que La Concha y Ondarreta estaban llenas de gente tomando el sol, y que el Irún nos ganó por dos a cero. Cierto, San Sebastián siempre fue encantadora, con ETA y sin ETA, como ahora.