Una de las pruebas más palmarias de que ´Podemos´ tenía razón hasta que se convirtió en ´Ya estamos´ (con el millonario separatista Roures de canapés en su fiesta de cumpleaños, el mismo día en que se negaban a acompañar a los soldados que se baten el cobre por esos mundos de Dios), la constituye todo lo ocurrido alrededor de la inminente desaparición de la estación de Calasparra. La casta política murciana lo llama ´recrecimiento de Camarillas´. De las camarillas que forman, claro. Todos. La derecha, la izquierda oficial y los podemitas que se decían llegados para representar al pueblo verdadero. Debe de ser al pueblo de las zonas ricas de la Región, que son las que han de beneficiarse, y al parecer mucho, con el nuevo trazado ferroviario que va a dejar a la comarca que va de Caravaca y Calasparra hasta Santiago de la Espada y Huéscar, perfectamente aislada por ferrocarril para los restos. Están todos contentísimos. El pantano será más grande: ya sólo falta el agua. Y el viaje a Madrid, desde Murcia, se acortará en nada menos que veinte minutos. Todo un récord. A cambio, 100.000 personas ya no podrán ir a Madrid sino vía Albacete, pues nadie va a tardar una hora y cuarto, como poco, entre pitos y flautas, en llegar a Murcia para coger un tren que tardará a Madrid otras dos horas y veinte minutos.

Ya sé que sólo yo doy la tabarra con esto. Se me abren las carnes contemplando el silencio general de mis representantes y de los representados. Del PP a IU. Antes, al menos, el antiguo alcalde de Calasparra, Jesús Navarro, se oponía un poco. Por eso me ha entristecido tanto verlo acompañando en la celebración de Camarillas a González Tovar, otro que presume de caravaqueño de adopción y se viste de moro de vez en cuando. Ni palabra, por supuesto, de Miguel Sánchez, cuyo pueblo, El Moral, si no me equivoco, y si es que aún queda alguien en aquellas tierras, será de los más perjudicados. Qué decir de Podemos, siempre dispuestos a celebrar las injusticias, digo, a censurarlas, que no han abierto el pico. Lo tendrán lleno de canapés.

En fin, que no ha tardado la clase-casta política murciana ni dos segundos en reclamar, de inmediato, y siendo el nuevo trazado tan estupendo, una compensación, una lanzadera que llevara de Calasparra a Cieza o Hellín para poder seguir teniendo nuestro humilde enlace convencional con el mundo. Lo que pasa es que lo han dicho en voz baja, que es época de elecciones.