Hubo un tiempo en que ante la pregunta ¿dónde trabajabas? se respondía que en el alambre y se traducía en que no trabajabas en nada o tenías un trabajo muy precario o que por sus condiciones nos daba vergüenza decir. Hoy en día si alguien nos preguntara en qué trabajamos y dijéramos que en el alambre, estaríamos diciendo que estamos fabricando algo que tiene mucho futuro, puesto que es un producto que sirve para impedir el acceso de los refugiados, ya sea por guerras, hambre, persecución o de cualquier otro tipo. Cada vez hay más fronteras, cada vez hay más muros, pero a veces los muros se pueden saltar, el alambre desgarra la piel, por eso se pusieron concertinas en Ceuta. Además, el alambre es la expresión del rechazo brutal, de la violencia, de lo que te espera. Buen negocio para nuestra inhumanidad.