Decretar la igualdad por imperativo legal poniendo la misma cruz en las dos caras de la moneda para ganar siempre, no garantiza libertad alguna para quien la lanza al aire confiado de haber encargado a la suerte su destino. Acaba siendo víctima de un timo por el poder que alguien otorga al que fabrica la moneda.

Lo peor viene si el poder lo otorgó de alguna manera el confiado jugador alguna de esas veces que toca votar. Cuando Izquierda Unida de Cartagena dice que la proliferación de nuevas enseñanzas de la UCAM agrava las desigualdades en el acceso a la educación universitaria, así en primera lectura, suena a jeroglífico temerario porque si dar opciones nos hace desiguales, que puede ser que sí, poco sentido común alberga quien para igualar a todos eliminara todas las universidades del país para dejar sólo una, grande y libre, que sería para siempre una porque no habría otra, sería grande porque tendrían que caber todos y sería libre porque podrías elegir entre ir o no ir.

No sé si a veces la cabeza se nos trastorna o pasa que en vez de decir lo que de verdad queremos decir no nos atrevemos y acabamos liando el mensaje para confundir al mensajero. Tampoco sé a quién perjudica que la población pueda elegir entre educación pública cuasi gratuita financiada por el Estado o educación privada soportada por cada bolsillo, o entre sanidad privada pagada por billetera o pública pagada por el estado.

No encuentro, a mí como ciudadano y como pagador de impuestos, en qué puede perjudicarme que alguien elija ir a la universidad de Oxford, Harvard, a la UNAM mexicana, que dicen que se lleva la palma en ineficiencia, o a la UCAM de Cartagena o Murcia, siempre que pueda pagarla. Sí que me sorprende que si acudes a la educación pública puedas optar a conseguir una beca para libros o transporte, pero si vas a la privada tú pagas los libros y el autobús por decreto, como si te multaran por haber elegido ahorrar dinero al Estado. Igual que si vas al médico de la clínica privada de la esquina de casa para ver ese resfriado, pagas también las medicinas y si vas a la sanidad pública, el premio por hacer gasto es tener medicinas casi gratis. Al final por una especie de maniobra encubierta acabamos castigando a quienes hacen menos consumo de los servicios públicos.

Ninguna duda de que en esta ciudad contamos con una de las mejores universidades de España. Hablar de la UPCT es un orgullo para Cartagena. Es hablar de calidad, de fiabilidad, de profesionalidad, de seriedad y de indiscutibles resultados de éxito en todo lo que hacen, pero, ¿qué pecado comete quien elige la UCAM para formarse? ¿Es de segunda división o es de preferente? En todo caso, si lo fuera en uno u otro sentido, ¿por qué surgen las desavenencias? ¿Problemas de competencia? ¿Para eliminar competencia, eliminamos al competidor por decreto?

He llegado a oír que abrir nuevos centros de formación provoca más problemas para que los nuevos profesionales encuentren empleo y debo entender entonces que para que eso no ocurra lo que deben hacer esos nuevos estudiantes es dejar de serlo, es decir, no optar a carrera alguna, porque vayan a una o a otra universidad no creo que eso modifique el dato de disponibilidad final para incorporarse al mercado de trabajo. Soy de los que piensa que a más bares, mejores tapas y más surtidas; a más centros comerciales, mayor oferta y por tanto mejores precios; con terminal de cruceros más grande, más turistas en la ciudad, sin embargo, en esto de la formación universitaria dice Izquierda Unida que a más universidades, peor calidad, y estos resultados de ecuaciones incalculables, temerarios además para las más elementales normas de mercado y que son inversamente proporcionales al sentido común, a mí me desconciertan in extremis, será porque no pude ir a la universidad cuando me tocaba y ellos sí.