Los resultados del barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas realizado en la Región de Murcia pocos días después de las elecciones autonómicas de mayo evidencian la desafección entre los murcianos y los políticos que trabajan en esta tierra (aunque no creo que difieran mucho del resto de españoles). Ocho de cada diez habitantes consideran que sus representantes -no se distingue entre gobierno y oposición- solo piensan en su interés particular y no en el servicio público que deben dar a los ciudadanos. Creo que no hacía falta un estudio sociológico para llegar a esta conclusión tan abrumadora, solo hay que escuchar atentamente a la calle. Los políticos siguen en el centro de la diana porque tienen la encomienda de solventar los problemas que tenemos. Y la resolución no siempre es fácil.

Sin embargo, y sin que sirva de precedente, voy a revelar unos datos de la misma encuesta del CIS -ocultos por razones obvias- que se refieren a lo que piensan nuestros políticos de nosotros, los ciudadanos. Con este inusitado y, probablemente, irrepetible sondeo, los responsables del centro sociológico han querido darles una oportunidad para ajustar cuentas con todos nosotros.

Esta es la conclusión del CIS secreto: el 80% de nuestros presidentes, delegados del Gobierno, consejeros, secretarios y directores generales, dirigentes de organismos públicos, diputados (regionales y nacionales), senadores, alcaldes y concejales (todos fueron llamados, detallazo de los encuestadores) reprueba la pesadez de los murcianos, a los que acusan de pensar únicamente en sus problemas particulares -aun no siendo importantes- y de machacar para que se resuelvan con una prioridad que perjudica la precedencia lógica que debería venir impuesta por lo que afecta a la mayoría de los ciudadanos. Asimismo, la mitad de los políticos encuestados suspenden la actitud de los murcianos y cree que estarían mejor gobernando a, por ejemplo, ciudadanos suecos o noruegos, más proclives a no dar tanto el follón quizás por su carácter nórdico o por el frío que siempre tienen, lo que los hace menos protestones y bullangueros contra los gobiernos locales y regionales. En cuanto a las profesiones peor valoradas por nuestros políticos, tanto los que gobiernan como los que están en la oposición siguen colocando la de periodista y la de juez en último lugar, con apenas un 0,5 de nota. Y si bien un 10% de los encuestados otorga un misérrimo 2 a estas dos ocupaciones, el porcentaje que las califica con un cero se eleva al 100% entre los políticos murcianos que han acabado en el Parlamento de la UE, entre los que han vuelto a la Universidad luego de 20 años en la Alcaldía y los imputados. Como curiosidad en este apartado, el 1% de los exdelegados del Gobierno incluyen también en el peor lugar a la Guardia Civil.

Estoy seguro de que nuestra clase política no piensa así. El CIS también se equivoca.