Nos vamos encontrando gente buena por el camino, gente bondadosa que hacen de su vida una expresión de cercanía. Hace que cada encuentro sea gratificante, que siempre estén ahí, con su sonrisa, su sencillez y su honestidad. Posiblemente, la vida también los haya castigados como a cualquiera; en cambio, se mantienen con su misma actitud y valores. Es gente buena, muy buena. Su bondad, no sé si es natural o adquirida, pero la verdad es que son una esperanza para esta sociedad, donde la maldad se valora más, y tiene más fuerza en los mercados financieros y en muchos organismos. La bondad debería ser un criterio a la hora de tomar decisiones. Necesitamos políticos, economistas y ciudadanos bondadosos.