Una prima de mi madre se casó con un señor de apellido extraño, un apellido con reminiscencias italianas: Chacopino. Luego supimos que nuestro nuevo pariente había nacido en la pequeña isla de Tabarca y que sus ancestros fueron aquellos esclavos genoveses que el rey Carlos III logró redimir y liberar de las garras del rey moro de Argel, para instalarlos como colonos en la minúscula isla. La verdad, me encanta visitar de cuando en cuando Tabarca, pasear por sus calles recordando su pasado como guarida de los temibles piratas berberiscos que asolaban las costas mediterráneas; y, también, el rocambolesco y desventurado lance vivido por los antepasados de mis primos, que sufrieron la esclavitud en tierras africanas durante el siglo XVIII.