Para ver cosas no hay nada como mirar desde detrás de un mostrador. Hoy casi me desmayo cuando una madre de estética gótica me ha pedido lacitos negros para adornar la ropita de su bebé. Me cuenta que el broche de donde cuelga el chupete es una calavera y que tiene un turbante monísimo decorado con ataúdes. Me pregunto cómo será la macabra cuna donde mece a su bebé y el fúnebre carrito donde lo pasea.