En Polonia acaban de descubrir un tren nazi sumergido en un lago; al parecer, está colmado de tesoros. Cuánto no expoliaría esta escoria para que llevemos sesenta años desenmascarando los frutos de sus saqueos€ Y eso que muchos de sus robos lograron quedar impunes, como aquel ocurrido en nuestro país en la década de los 50. En los últimos días de la II Guerra Mundial, oficiales nazis hundieron frente a las costas de Fuerteventura siete submarinos colmados de oro, joyas y obras de arte. Durante años, conocedores de lo que allí se ocultaba, los pesqueros canarios echaban sus redes por la zona con la esperanza de sacar enredado entre sus mallas uno de esos monstruos mecánicos preñados de riquezas. Once años después de acabada la Guerra, cuando el mundo había olvidado la barbarie nazi, regresaron los antiguos oficiales. Aparecieron equipados con barcos grúa y con un mapa que indicaba las coordenadas exactas. Ante la mirada atónita de los pescadores que faenaban cerca, fueron sacando a flote los submarinos. Uno tras otro. Durante la operación, no hubo rastro de las autoridades españolas. Cuentan las malas lenguas que, para lograr su silencio y la impunidad, el esplendoroso contenido de uno de ellos fue donado al Gobierno de Franco.