Si un visitante extranjero, de otra religión o de ninguna religión, se asomase a nuestras fiestas populares en las que se ensalza a una determinada y concreta Virgen, seguro que, como mínimo, se extrañaría del comportamiento de los locales. Cada vez que veo demostraciones de fervor como las dedicadas en Murcia o en otros puntos de la Región, no puedo por menos que pensar si es que la gente creyente no se dará cuenta de que todas las vírgenes son la misma, y de que aquella en concreto con la que tanto se emocionan sólo es una escultura, bellísima sin duda, realizada en madera.