Como suele ocurrir cuando se trata de solidaridad, la movilización popular avanza mucho más rápido que la institucional y, mientras la Unión Europea debate sobre las cuotas de refugiados sirios que debe acoger cada país y los gobiernos, a su vez, se encargan de cerrar fronteras tanto de forma física (con vallas y alambradas de espino) como virtual (suspendiendo el acuerdo de libre circulación de ciudadanos), en países como España funciona ya una red de acogida de refugiados y son varias las iniciativas solidarias ciudadanas que se están poniendo en marcha, además de la red de ayuntamientos que han decidido convertir sus ciudades en refugio. Así, por ejemplo, la escuela deportiva Cenafe de Getafe ha decidido contratar y dar una casa a Son Osama Abdul Mohsen, el refugiado sirio al que una reportera húngara le hizo una zancadilla en el campo de refugiados de Roszke es Al-Ghalab. La fotografía del pequeño Aylan ahogado en las costas griegas ha agitado muchas conciencias y los gobiernos se han visto obligados a reaccionar. Pero mientras llegan las soluciones, es el pueblo llano el que actúa y saca los colores a sus gobernantes.