Los comerciantes gozamos de un amplio repertorio de refranes para justificar un mal día de ventas. Por ejemplo, en los días de lluvia, solemos decir: «Cuando se moja la calle, se seca el cajón». Los murcianos, como estamos tan poco acostumbrados a que llueva, en cuanto caen cuatro gotas no salimos de casa y las tiendas se quedan vacías. Sin duda, más que al agua que cae del cielo, tememos a pisar charcos, a las salpicaduras de los coches o a pasar la tarde en un monumental atasco; en definitiva, al caos en el que se convierte la ciudad en los días de lluvia.