Demasiadas plazas de ´polvareda´, demasiadas tardes sombrías, pero al final todo sacrificio tiene su justa recompensa. El camino ha sido duro, y aunque algunos se empeñaron en poner piedras, has sabido sortearlas con esa bondad y humildad que te honra. Al igual que aquella tarde en Madrid, tuve la suerte de poder compartir contigo ese ritual que convierte al hombre en valiente, pero en esta ocasión saldría del hotel Nelva un novillero y volvería un torero triunfante. Ahora llega el momento de seguir luchando, que nadie trunque tu sueño, que no se quede en el camino. En esa tarde de gloria no falló tu pueblo natal, Cehegín, donde la procesión tuvo que esperar un poquito, porque la patrona estaba echando un ojo a su niño que se hacía hombre. ¡Enhorabuena, matador!