Los titulares de la prensa local del domingo 6 de septiembre hablaban sobre la dependencia. Prometían y adelantaban cambios promovidos por el Gobierno regional para remediar una situación que el mismo Gobierno regional provocó cuando no cumplió sus obligaciones con los dependientes y con las resoluciones judiciales que ahora les quitan la razón, que, por otra parte, nunca tuvieron. Además, ellos mismos han cuantificado en 1.300 personas las afectadas por sus excesos (aquí me muerdo la lengua) jurídicos. A juzgar por el contenido de la noticia, parecía que la medida era inminente, con sorpresa e incredulidad, pero alegría de todas las personas y colectivos interesados.

Hoy ya es otro domingo, es momento de concretar, y me pregunto cuál es el objeto del anuncio. Vuelvo a leer otra vez las líneas y encuentro declaraciones vacías y excusas de mal pagador que no comprometen a nada.

Confiesa la consejera de Familia e Igualdad que no quiere concretar qué modificaciones son para no crear expectativas. Entonces, a cuento de qué hacer declaraciones para no decir nada: ¿Qué es lo que anuncia? Más humo.

La adicción a la mentira acaba por teñir la propia visión de la realidad, hasta el punto en que los sujetos ya no saben cuándo se encuentran en un espacio real, o si por el contrario es un lugar inventado, construido con frases y apariencias, en las que las ilusiones edifican un mundo inexistente. Esas perturbaciones para andar por la vida originan tantos más problemas cuantas más personas dependan de quien padece la alteración. A modo de engendro ´leviatanero´, las políticas simuladoras del PP en Murcia han ido edificando a lo largo de los años un corpus costroso, no obstante animado, de acciones imposibles (ahora pienso en agua y aviones), sin afrontar como buenos gobernantes sus obligaciones, que indudablemente han de pisar el terreno de la realidad.

Según mi afirmación habría que inferir que sus familias y votantes no padecen enfermedades degenerativas, accidentes invalidantes, vejez y soledad, etc€ porque si no, es imposible explicarse la falta de contacto con lo que le sucede a los afectados a consecuencia de sus desmanes y desgobierno, sin que al menos unas gotas de compasión por el inevitable roce le hubiesen dado alguna señal de alarma. Me cuesta creer que no es así por una simple regla estadística.

Entonces, si eliminamos la acción de un buen gobernante, la referencia demoledora del dolor cercano, la exigencia de los partidos políticos y asociaciones que claman su atención, ¿qué hay detrás de su perniciosa contumacia a no atender lo que las leyes, la ética, incluso su exclusiva moral cristiana, les apremia a hacer?

No encuentro una respuesta.

Que admita ahora el Gobierno abiertamente que los derechos de los dependientes no se han respetado es una obviedad que no se le ha escapado a nadie en esta Región, igual que tampoco se puede olvidar y es mi obligación comprobar y contar que la actual consejera de Familia e Igualdad votó a favor de la Reforma restrictiva a la Ley en nuestra Asamblea Regional, que además aplicaron con carácter retroactivo y votaron en contra de las iniciativas del PSOE para que se eliminara esa retroactividad que afectaba a miles de expedientes ya aprobados y en espera de cobrar sus prestaciones.

¿Será ésta la modificación de la ley tan veladamente anunciada? ¿Retomarán la iniciativa del PSOE que pedía eliminar la retroactividad? O dicho de otra manera: ¿Desandarán los pasos que ellos mismos dieron para dejar fuera a miles de dependientes y que ahora en forma de papirotazo judicial les devuelve a la realidad?

Esta situación de cambio de reglas que impusieron a expedientes aprobados, ´una vez empezado el partido´, ha dado lugar a este espectáculo judicial sin precedentes. Y ahora, haciendo de la necesidad virtud, nos anuncian como algo novedoso lo que no es ni más ni menos una cuestión de justicia, cumplir la Ley.

Desde el PSOE no nos cansaremos de pedir que lo que tiene que hacer el Gobierno del Partido Popular es cumplir la Ley, tal y como le están recordando también los jueces. Esa es la única modificación que tienen que empezar a hacer. Comiencen pagando a las familias que han tenido que acudir a los tribunales a pedir lo que era suyo por derecho y dejen de recurrir sentencias que saben justas.

Paguen a Emilio Palazón y a otras tantas personas lo que les deben, no sigan infligiendo más dolor a estas familias, que al recurrir sus sentencias alargan de nuevo el proceso y generan gastos añadidos al sufrimiento. Paguen ustedes todos los expedientes que ordenaron bloquear. Los dependientes y sus familias están esperando. Y en nuestro recuerdo seguirán todas aquellas personas que murieron sin poder acceder a lo que era suyo por derecho.

Esos euros no habrían prolongado su vida, pero sí aliviado su tristeza con mejores atenciones y menos penas ajenas que sumar a su propia desgracia ¿Quién responderá por eso?

Dejen de triscar, no pretendan engatusarnos con anuncios almibarados y trabucantes, cumplan con lo que deben: la Ley, por favor. Es mucho el dolor el que hay detrás de este asunto.