Tuiteaba hace poco un amigo mío, licenciado en Historia, que cada minuto de la recién estrenada serie sobre Carlos I de España y V de Alemania «mataba a un venerable anciano historiador». No se refería mi ilustre experto las inexactitudes históricas que pudiera tener la producción televisiva, que ´haberlas, haylas´, como mostrar al joven Carlos hablando un perfecto castellano al llegar a la península cuando en realidad no entendía ni papa.

Se quejaba mi compadre de que, al igual que pasó con Isabel -interpretada por la bellísima Michelle Jenner, cuando los cronistas coinciden en describir a la reina católica como poco agraciada y menos higiénica-, cometen los guionistas el error de presentar a los personajes como si vivieran en nuestro contexto actual. Por desgracia, no soy historiador, y quizás por eso soy menos purista, de modo que, aun reconociendo los fallos de estas series, me parecen acertadas las iniciativas de la televisión pública para dar a conocer, sobre todo entre los que no se leerían en la vida una densa biografía, nuestro apasionante pasado nacional. Prefiero que se gasten mi dinero en esto que, por ejemplo, en otro programa de gastronomía.