Aunque Del Revés, último producto de la factoría Pixar en clave Disney, sea un canto formidable a la insularidad e individualismo de la clase media USA; aunque entre las islas de la personalidad de la encantadora niña Riley (familia, amigos, risas, deporte) no esté la de los demás, o sea, los que no tienen lo que tiene ella; aunque entre sus emociones (alegría, tristeza, miedo, ira, asco) no se incluya la compasión; aunque ignore por completo el mundo exterior al de la niñita encantadora, pese a que ella recibiría toneladas de información del mismo a través de la tele (¿qué hacía con ella?, ¿iba toda a la basura?); aunque, por tanto, estemos ante una cápsula de pura ideología sobre un modo de vida encerrado en si mismo, para su inyección en niños y mayores, es tanto el talento, genio, arte visual, humor y encanto del producto que es justo y necesario poner el culo (para la inyección).