Un día vas a la ducha a cumplir tu ritual diario y sobre ti cae agua caliente (o templada). Dirán ustedes que es algo de lo más normal, pero en mi caso fue una sensación extraña y añorada. ¡Agua caliente! No lo podía creer. Hacía casi tres meses que por el grifo de mi ducha no corría a esa temperatura. Tras un mes de julio asfixiante, en el que por más que te ducharas con agua fría cinco veces al día no conseguías quitarte la sensación angustiosa de ni tan siquiera poder respirar bien, llega ese día, el día. A esto le sumaré el hecho de meterte en la cama y, con total naturalidad, taparte con una sábana, e incluso, con una buena colcha. Sensaciones y momentos que echaba de menos. Ahora todo esto dará paso a un desfile de disfraces por las calles de Murcia: sandalias, botines, botas, faldas sin medias, pantalones, rebecas, tirantes€ todo convivirá, andaremos perdidos en eso de la vestimenta. Porque no crean que ya se ha acabado todo, una vez pasen los episodios de lluvia y la bajada de temperaturas, el sol volverá a salir y habrá todavía oportunidad para ir a la playa y decir aquello de «en Murcia no hay otoño ni primavera, pasamos del calor al frío y del frío al calor». Aun así, reconozco que más de tres días lloviendo y ya empiezo a echar de menos el sol. Tantas lamentaciones en julio y en unos meses desearemos ver aparecer por la puerta el verano.