Está claro que el ser humano reacciona ante las imágenes y no ante las palabras. Eso nos ha ocurrido ante la imagen de ese niño de tres años sirio llamado Aylan, ahogado en las costas turcas cuando huida con sus padres de ese conflicto atroz en Siria, que no tiene visos de finalizar. Otra guerra que tiene un carácter permanente. Esa imagen desgarradora ha servido para despertar la solidaridad y acallar muchas voces, no todas, que defendían los alambres de espino. A lo largo de muchos años, el fotoperiodismo ha hecho que la sociedad reaccione, no los gobernantes. Una consecuencia ha sido salvar vidas que se habrían perdido por indiferencia.