Septiembre es el mes de la vuelta al cole, de retomar aquello que dejamos a medio, el gimnasio, los horarios y la rutina, de hacer balance de lo conseguido y de lo que nos queda por conseguir. Septiembre es el mes de poner sobre la mesa aquellos sueños que todavía podemos alcanzar y, por supuesto, de llenar las mochilas de ilusión, la suficiente para terminar con ganas el año.

Septiembre es un mes para pensar, para reflexionar, de apretarnos el cinturón después de las vacaciones, de cambiar el armario, volver al zapato cerrado, preparar el paraguas -por si acaso-, de limpiar la casa, de deshacerte de las cosas que no utilizas, de renovar el vestuario, de quedar con los amigos, de hablar de lo vivido y lo no vivido. Septiembre es el mes de cerrar puertas y abrir otras, de tomar decisiones, de elegir un curso o continuar con el inglés. Septiembre es el mes de los toros, la feria, de las atracciones, de la tómbola, el algodón de azúcar y la mazorca de maíz. Es el mes de nuestra Morenica, de visitar los huertos, beber vino, comer michirones y paparajotes. Septiembre es volver a empezar.